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Inés Fernández-Ordóñez, cuarta académica de la Lengua

Filed under: General — inpema at 2:36 am on miércoles, diciembre 24, 2008

Inés Fernández-Ordóñez, cuarta académica de la Lengua

EFE

 

La filóloga Inés Fernández-Ordóñez considera «un gran honor» haber sido elegida esta noche académica de la Lengua, y cree que su incorporación a la Real Academia Española «es una noticia magnífica para todas las mujeres», con independencia de que la «beneficie» a ella personalmente.

 

«Realmente es un progreso innegable, porque lo cierto es que la Academia no está ahora mismo acorde con lo que es la sociedad», afirma Fernández-Ordóñez (Madrid, 1961), en una entrevista con Efe que tuvo lugar en su casa de Madrid, en vísperas de las votaciones.

 

Lleva semanas sintiéndose «completamente abrumada» desde que la propusieron como candidata a la vacante de Ángel González en la RAE, un poeta al que admira «muchísimo» y que, «curiosamente», ha citado en más de una ocasión en actos como su oposición a cátedra. «Es como una predestinación», dice sonriente.

 

Nunca pensó que, a sus 47 años (va a ser el miembro más joven de la docta casa), podría convertirse en académica de la Lengua, porque «lo habitual es que se premie toda una trayectoria vital», y asegura que «hay muchas mujeres que merecen esa distinción».

 

La Academia se adecua a la sociedad

 

La elección de una cuarta mujer en la RAE es a su juicio «un granito de arena, un principio», y «demuestra por parte de la Academia una voluntad de irse adecuando a lo que es la sociedad», afirma Fernández-Ordóñez, catedrática de Lengua Española en la Autónoma de Madrid. La nueva académica habla con pasión de temas como el leísmo, loísmo y laísmo; el neutro de materia y el corpus Alfonsí.

 

Quizá en su ámbito, el de la Filología, «donde el 50 por ciento de los profesores son mujeres, se exija «por lo menos ser catedrático» para ser académico, pero «ese argumento no es aplicable a las escritoras, que no necesitan otro crédito que su propia obra. Y hay escritoras de éxito y de calidad», subraya.

 

Pero hoy toca disfrutar de su elección y ella insiste en que «es una magnífica noticia en general para todas las mujeres». Especializada en cuestiones aparentemente tan distintas como la dialectología rural y el estudio de los textos históricos y cronísticos de la Edad Media, la nueva académica espera poder ayudar en los trabajos de la RAE relacionados con sus investigaciones, por ejemplo, en el Corpus Diacrónico del Español.

 

«Pero si hay que echar una mano en otra cosa que yo sepa, lo haré encantada», asegura esta mujer que rezuma «admiración» por su padre, José Antonio Fernández-Ordóñez, cuya repentina muerte, en 2000, fue «un trauma» para ella y todos sus hermanos.

 

Le viene de casta

 

Perteneciente a una familia de políticos e ingenieros, su padre «fue el primero que empezó a utilizar el puente como una pieza artística», y era un gran conocedor del arte, como demostró en sus años de presidente del Patronato del Museo del Prado. Discípula de Diego Catalán Menéndez Pidal, Inés Fernández-Ordóñez ha recorrido gran parte de España para formar, «en colaboración con sucesivas generaciones de alumnos», el Corpus Oral y Sonoro del Español Rural (COSER), desde 1990 hasta ahora.

 

Van de pueblo y en pueblo y conversan con la gente sobre sus costumbres e incluso sobre la matanza del cerdo. «Yo puedo hacer el mapa de la morcilla hispánica sin ningún problema», comenta entre risas. La nueva académica habla con pasión de temas como el leísmo, loísmo y laísmo; el neutro de materia (presente en expresiones como «la lana está seco» o «la madera está bien cortado»), y el corpus Alfonsí, es decir, de «todas las obras que se escribieron bajo el patronazgo de Alfonso X el Sabio», otra de sus especializaciones.

 

Pero también le encanta leer novela, en español y en inglés; hace gimnasia siempre que puede y le gusta mencionar las dotes musicales que tienen sus hijas. La mayor, de 17 años, toca el piano, y la pequeña, de 13, el chelo.

 

Adelantos de la 23.a edición del DRAE

Filed under: General — inpema at 2:35 am on miércoles, diciembre 24, 2008

Adelantos de la 23.a edición del DRAE

 

 

La Página del Idioma Español presenta los avances conocidos hasta ahora de la 23.a edición del Diccionario de la Real Academia Española.

 

Se trata de las novedades publicadas en el sitio web de la Academia hasta septiembre de 2008. Los cambios programados hasta julio de 2006 –artículos nuevos y enmiendas– ya habían sido incluidos en el Diccionario Esencial de la Academia.

 

En este adelanto se encontrarán expresiones tales como acoso moral y acoso psicológico, droga de diseño, gol de oro, malos tiempos para la lírica, matar al mensajero, lanzarse o tirarse a la piscina, reproducción asistida, tarifa plana, terapia ocupacional y vaca sagrada entre varios miles de novedades.

 

La lista de cambios está expuesta en forma de un banco de datos. Después de pulsar sobre la palabra que desea consultar, el lector podrá ver a la izquierda el artículo enmendado y, a la derecha, su equivalente en la vigésima segunda edición. En la columna de los artículos enmendados, las enmiendas aparecen en azul y subrayadas. Del lado derecho, sobre fondo rosa, los trechos eliminados o alterados aparecen en rojo y subrayados. Advertimos que algunos trechos que no fueron alterados pero cambiaron de lugar en la enumeración de las acepciones de una palabras también están subrayados.

  

El castellano nos da de comer

Filed under: General — inpema at 2:34 am on miércoles, diciembre 24, 2008

«El castellano nos da de comer»

ABC

 

Cuando se acaba de proclamar en el pacto de la inmigración que el catalán es esencial para la integración, la afirmación que titula este texto pertenece a un inmigrate subsahariano que pretende explicar por qué acude a clases de lengua castellana, y no de catalán, que organiza la asociación de vecinos de Las Torres-Rubí 2000 en el marco del programa «Entre Vecinos» de la Fundación Clariana.

 

Más de treinta inmigrantes abarrotan la pequeña aula, emplazada en el suterráneo del local vecinal, donde una ex ejecutiva peruana, Teresa Alcántara, enseña, en francés e inglés, las primeras nociones de español a africanos, árabes y asiáticos.

 

«Las personas de habla no hispana cuando llegan por primera vez a España están totalmente marginadas, sin papeles y sin trabajo, y lo que es peor aislados socialmente por el desconocimiento del idioma», cuenta Teresa, que desde hace dos años da clases de castellano a los recién llegados.

 

Esta ex ejecutiva peruana, que trabajaba como directora de personal de una empresa de automoción, llegó hace once años al municipio de Rubí para cuidar a los padres de la jefa de una amiga de la infancia. En Lima, la mujer tenía chófer y tres empleadas domésticas a su servicio antes de que la crisis de principios de los noventa la obligara a despedir a sus 350 empleados y a ella misma.

 

En 1997 abandonó su país natal para poder ofrecer un futuro mejor a sus hijos y, desde entonces, trabaja en tareas del hogar como empleada -«He hecho de todo», añade, pese a tener estudios universitarios y dominar tres idiomas. Teresa confiesa que a su edad, más de cincuenta años, ya no le interesa convalidar su título universitario de «Relaciones Industriales» y porque ahora es más feliz con una vida menos ostentosa y, sobre todo, con su labor social.

 

«Cuando llegan el miedo y la tristeza se refleja en sus ojos, pero después de unas semanas de clase salen con una enorme sonrisa», dice la profesora altruista. La alegría y el agradecimiento del prójimo es la mejor moneda para los voluntarios con alma solidaria.

 

Teresa Alcántara, que preside la asociación de peruanos de Rubí «Y me llamó Perú», lamenta que las clases de español no estén también subvencionadas por el gobierno de la Generalitat y los ayuntamientos catalanes. «Ellos aprenden castellano porque con este idioma pueden viajar por toda España y por todo el centro y el sur de América», dice la profesora peruana que evita entrar en polémica con la política lingüística de la Generalitat.

 

Catalán para limpiar chalets

 

Una quincena de mujeres asisten a clases de catalán, estas sí subvencionadas, en el local de la asociación de vecinos Las Torres-Rubí 2000. «Las suramericanas se han dado cuenta -apunta Eduardo Asensio, presidente de la entidad vecinal- de que si hablan catalán pueden trabajar como empleadeas del hogar en los mejores chalets y casas residenciales de Sant Cugat del Vall_s», el municipio vecino que tiene la renta per cápita más alta de Cataluña.

 

POEMAS DE MACHADO SOBRE SORIA

Filed under: Antonio Machado y sus ciudades,Vida bohemia de escritores del s.XX — inpema at 12:16 am on viernes, diciembre 5, 2008

CAMPOS DE SORIA

 

                I

 

  Es la tierra de Soria árida y fría.

Por las colinas y las sierras calvas,

verdes pradillos, cerros cenicientos,

la primavera pasa

dejando entre las hierbas olorosas

sus diminutas margaritas blancas.

 

  La tierra no revive, el campo sueña.

Al empezar abril está nevada

la espalda del Moncayo;

el caminante lleva en su bufanda

envueltos cuello y boca, y los pastores

pasan cubiertos con sus luengas capas.

 

                II

 

  Las tierras labrantías,

como retazos de estameñas pardas,

el huertecillo, el abejar, los trozos

de verde obscuro en que el merino pasta,

entre plomizos peñascales, siembran

el sueño alegre de infantil Arcadia.

 

En los chopos lejanos del camino,

parecen humear las yertas ramas

como un glauco vapor —las nuevas hojas—

y en las quiebras de valles y barrancas

blanquean los zarzales florecidos,

y brotan las violetas perfumadas.

 

                III

 

Es el campo undulado, y los caminos

ya ocultan los viajeros que cabalgan

en pardos borriquillos,

ya al fondo de la tarde arrebolada

elevan las plebeyas figurillas,

que el lienzo de oro del ocaso manchan.

 

Mas si trepáis a un cerro y veis el campo

desde los picos donde habita el águila,

son tornasoles de carmín y acero,

llanos plomizos, lomas plateadas,

circuidos por montes de violeta,

con las cumbres de nieve sonrosado.

 

                IV

 

¡Las figuras del campo sobre el cielo!

 

Dos lentos bueyes aran

en un alcor, cuando el otoño empieza,

y entre las negras testas doblegadas

bajo el pesado yugo,

pende un cesto de juncos y retama,

que es la cuna de un niño;

 

y tras la yunta marcha

un hombre que se inclina hacia la tierra,

y una mujer que en las abiertas zanjas

arroja la semilla.

 

Bajo una nube de carmín y llama,

en el oro fluido y verdinoso

del poniente, las sombras se agigantan.

 

                V

 

La nieve. En el mesón al campo abierto

se ve el hogar donde la leña humea

y la olla al hervir borbollonea.

 

El cierzo corre por el campo yerto,

alborotando en blancos torbellinos

la nieve silenciosa.

 

La nieve sobre el campo y los caminos,

cayendo está como sobre una fosa.

 

Un viejo acurrucado tiembla y tose

cerca del fuego; su mechón de lana

la vieja hila, y una niña cose

verde ribete a su estameña grana.

 

Padres los viejos son de un arriero

que caminó sobre la blanca tierra,

y una noche perdió ruta y sendero,

y se enterró en las nieves de la sierra.

 

En torno al fuego hay un lugar vacío

y en la frente del viejo, de hosco ceño,

como un tachón sombrío

—tal el golpe de un hacha sobre un leño—.

 

La vieja mira al campo, cual si oyera

pasos sobre la nieve. Nadie pasa.

 

Desierta la vecina carretera,

desierto el campo en torno de la casa.

 

La niña piensa que en los verdes prados

ha de correr con otras doncellitas

en los días azules y dorados,

cuando crecen las blancas margaritas.

 

                VI

 

  ¡Soria fría, Soria pura,

cabeza de Extremadura,

con su castillo guerrero

arruinado, sobre el Duero;

con sus murallas roídas

y sus casas denegridas!

 

  ¡Muerta ciudad de señores

soldados o cazadores;

de portales con escudos

de cien linajes hidalgos,

y de famélicos galgos,

de galgos flacos y agudos,

que pululan

por las sórdidas callejas,

y a la medianoche ululan,

cuando graznan las cornejas!

 

  ¡Soria fría!  La campana

de la Audiencia da la una.

Soria, ciudad castellana

¡tan bella! bajo la luna.

 

                VII

 

¡Colinas plateadas,

grises alcores, cárdenas roquedas

por donde traza el Duero

su curva de ballesta

en torno a Soria, obscuros encinares,

ariscos pedregales, calvas sierras,

caminos blancos y álamos del río,

tardes de Soria, mística y guerrera,

hoy siento por vosotros, en el fondo

del corazón, tristeza,

tristeza que es amor! ¡Campos de Soria

donde parece que las rocas sueñan,

conmigo vais! ¡Colinas plateadas,

grises alcores, cárdenas roquedas!…

 

                VIII

 

He vuelto a ver los álamos dorados,

álamos del camino en la ribera

del Duero, entre San Polo y San Saturio,

tras las murallas viejas

de Soria —barbacana

hacia Aragón, en castellana tierra—.

 

Estos chopos del río, que acompañan

con el sonido de sus hojas secas

el son del agua, cuando el viento sopla,

tienen en sus cortezas

grabadas iniciales que son nombres

de enamorados, cifras que son fechas.

 

¡Álamos del amor que ayer tuvisteis

de ruiseñores vuestras ramas llenas;

álamos que seréis mañana liras

del viento perfumado en primavera;

álamos del amor cerca del agua

que corre y pasa y sueña,

álamos de las márgenes del Duero,

conmigo vais, mi corazón os lleva!

 

                IX

 

¡Oh, sí!  Conmigo vais, campos de Soria,

tardes tranquilas, montes de violeta,

alamedas del río, verde sueño

del suelo gris y de la parda tierra,

agria melancolía

de la ciudad decrépita.

 

Me habéis llegado al alma,

¿o acaso estabais en el fondo de ella?

 

¡Gentes del alto llano numantino

que a Dios guardáis como cristianas viejas,

que el sol de España os llene

de alegría, de luz y de riqueza!

 

 

CRÍTICAS LITERARIAS

Filed under: Trabajo monográfico de investigación — inpema at 2:34 pm on jueves, diciembre 4, 2008

En esta página vais a encontrar críticas sobre libros. Podéis mirarla si os habéis centrado en algún libro (o algunos) para hacer vuestro trabajo. De paso, sabréis cómo se da la opinión personal de una obra literaria.

 

http://reginairae.blogcindario.com

HARRY POTTER, EL SEÑOR DE LOS ANILLOS Y EL VALLE DE LOS LOBOS

Filed under: Harry Potter, El Señor de los Anillos y El valle de los lobos — inpema at 2:31 pm on jueves, diciembre 4, 2008

El Señor de los Anillos y Harry Potter

El Poder del Cine vs. la Magia del Libro

 

Por Luis

 

Estoy enamorado del cine. Amo encerrarme en el cajón oscuro y disfrutar palomitas y refrescos; viajar montado en la luz de los cuadros de la cinta e internarme en aquellos mundos y realidades con los que los Actores y el Director quisieron regalarme por unas cuantas monedas que costó mi boleto. Sin embargo, en esa pantalla que cobra vida con el haz luminoso del proyector, no soy capaz de entender qué motiva a los personajes, ni tampoco puedo acercarme a su corazón o a sus mentes; no puedo imaginar, sólo ver… ver… y procesar imágenes a 24 cuadros por segundo.

 

Con un libro es diferente; ahí la velocidad de mi película sólo depende de la rapidez de mi lectura. Puedo entrar una y otra vez en una escena, detenerme, estudiarla. Puedo conocer los sentimientos, las emociones, los pensamientos y las causas de cada personaje, y si soy afortunado, hasta reflexionar junto con ellos. La magia de un libro puede no ser tan impactante como la del cine, pero definitivamente es mucho más completa.

 

Harry Potter y Lord of the Rings han invadido las salas del mundo; pero ¿cuántos de los cinespectadores tendrán los pequeños volúmenes de estos clásicos en sus hogares ?; porque ha de saberse, que la aventura del anillo no inicia simplemente en la Comarca unos días antes de que los Jinetes Negros comenzaran su búsqueda… No, la verdadera jornada comienza cuando Tolkien nos entrega un compendio de las aventuras de un renuente Bilbo Bolsón, llamado El Hobbit. Y lo mismo sucede con Harry Potter; la llegada de Dumbledore a Privet Drive no sólo es enmarcada por el abandono del niño al mundo muggle, – como apreciamos en la cinta – sino también por un desfile de lechuzas en el firmamento y una celebración mágica por la derrota de Lord Voldemort… De este modo, para aquellos que no han leído estas obras, las películas podrán ser buenas, pero para aquellos que ya deambularon de la mano de Tolkien y Rowling, estas cintas serán definitivamente mucho más.

 

Harry Potter y Lord of the Rings, un clásico de la literatura moderna infantil y el libro más leído del Siglo XX respectivamente. Dos obras que deben ser leídas, de preferencia antes de ser vistas. Los resultados en pantalla de ambas cintas son espectaculares, sin embargo, el ir al cine así es contemplar un rompecabezas con algunas piezas sueltas.

 

Para dar ejemplos, hay que decir en el caso del joven mago, que Ron, su amigo inseparable es presa de un fuerte complejo de inferioridad generado por la pobreza de su familia; hay que hacer mención que Draco Malfoy es mucho más pesado en letras que en película, y que se lleva su buena receta de los puños de Ron, cuando éste pierde la paciencia ante uno de los muchos insultos del aprendiz de Slytherin, situación que nos hace tomarle aprecio al de los pelos colorados; hay que decir que Hagrid no es tan sólo el celador de un bosque, sino una pieza fundamental en la historia y el catalizador de la aventura – que no se aprecia en el cine – para sacar de Hogwarts al Dragón Noruego; hay que comentar a todos los niños que conocieron a Harry Potter a través del celuloide, que la historia de su familia no está bien definidida aún y que hay preguntas que el mismo Dumbledore se niega a responderle a Harry.

 

Respecto al Señor de los Anillos, difícilmente se podrá mejorar en un remake muy lejano y futuro, la realización actual. De hecho, no creo que alguien tuviera el valor. La producción que hoy se exhibe en cines es visualmente es maravillosa; sin embargo cabe mencionar que aún con sus tres horas de duración, La Comunidad del Anillo está sumamente condensada.

 

Atrévanse a entrar a las minas de Moria no a través de la segura pantalla, sino por medio de las oscuras páginas del Libro de Tolkien; atrévanse a tener verdadero miedo de los Trolls, a comprender porqué los elfos y los enanos se odian; a saber cuáles son los regalos de la bella Galadriel a la Compañía y a fascinarse con la enigmática perssssonalidad de Gollum.

 

Definitivamente las dos cintas son espléndidas y ambas tratan de apegarse lo más fielmente posible al camino marcado por las letras de sus autores, sin embargo, las imágenes serán casi siempre, limitantes al poder infinito de la imaginación.

 

Tengo que decir, que el esfuerzo de Coca Cola por impulsar la cultura y fomentar la lectura en todo el mundo, debe ser admirado. Hermoso comercial el realizado para promover su campaña y su sitio www.livethemagic.com

 

Así es que mis estimados cinéfilos… creánme cuando les digo, que si disfrutaron cualquiera de estas dos cintas, van a terminar enamorándose de sus letras y seguramente, al igual que muchos de nosotros, van a terminar comprando toda la serie, tanto de Harry Potter como de The Lord of the Rings. Volúmenes que una buena biblioteca no puede prescindir.

 

A vivir la magia de las páginas y a sentir el poder del preciossso regalo que nos da la lectura.

 

A leer, a leer… y a ir al cine también.

 

 

SEMEJANZAS ENTRE HARRY POTTER Y  EL SEÑOR DE LOS ANILLOS

http://translate.google.es/translate?hl=es&langpair=en|es&u=http://www.geocities.com/medevam/similar.html&prev=/translate_s%3Fhl%3Des%26q%3Del%2Bse%25C3%25B1or%2Bde%2Blos%2Banillos%2By%2Bharry%2Bpotter%26tq%3Dthe%2Blord%2Bof%2Bthe%2Brings%2Band%2Bharry%2Bpotter%26sl%3Des%26tl%3Den

 

 

 

Laura Gallego, una escritora fantástica

SERGI ALBIR – Valencia – 01/11/2004

 

 

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La explosión de la popularidad de literatura de fantasía es un hecho incontestable. Harry Potter y El Señor de los Anillos son muestras más que evidentes. Pero no toda la producción de este estilo está escrita originalmente en inglés. De manera sorprendente, si uno echa un vistazo a los títulos de fantasía publicados en castellano, encontramos a una joven autora de Alboraia que tiene casi una docena de libros publicados y que, de repente, está saltando a la primera línea editorial de nuestro país. Laura Gallego tiene veintisiete años y acaba de ver cómo la historia que quería escribir desde hace doce sale al mercado español: Memorias de Idhun pondrá en las librerías cien mil copias en castellano y otras quince mil en catalán. Para empezar.

 

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Scholastic, la editorial de ‘Harry Potter’, publicará sus libros en Estados Unidos

El libro es una mezcla de géneros. Entre ciencia-ficción y fantasía, con todas las influencias que su misma autora reconoce: espada, brujería, viajes dimensionales… Desde El Señor de los Anillos a Final Fantasy (su videojuego favorito) pasando por los libros de Michael Ende, el autor favorito de Gallego, la prosa de Memorias de Idhun no se complica, no se embarranca jamás y mantiene un ritmo muy propio del género dentro del que se encuadra.

 

«En realidad», explica Laura, «empecé a escribir cuando tenía once años, una novela que me costó un par de años terminar. A los catorce ya sabía que quería ser escritora y empecé a enviar cosas a concursos literarios. Más o menos acababa un libro por año y me llevé muchas decepciones, porque a nadie parecía interesarle lo que yo escribía. Los enviaba a las editoriales pensando ‘bueno, si yo me tomo la molestia de escribirlos, tal vez alguien se tome la molestia de publicarlos’. Pero nada», recuerda. Laura Gallego mostraba determinación, pero también tenía los pies en la tierra. Se matriculó en Filología Hispánica, esperando convertirse en profesora más adelante. «Seguía enviando libros a concursos. Y a los 21 años gané el premio Barco de Vapor con Finis Mundi, un libro ambientado en la Edad Media, que le permitió lanzar su primer libro, ya enfocado a un público juvenil. «Sin embargo, la gente me conoce más por mi segundo libro, El valle de los lobos, más centrado en una temática de fantasía, digamos clásica, con elfos, magos… Tuvo, y sigue teniendo, de hecho, una gran acogida entre la gente joven. Constituye una trilogía junto a La maldición del Maestro y La llamada de los muertos». Cuando pasó algún tiempo, volvió a presentarme al premio Barco de Vapor, con El rey errante, y lo volvió a ganar. De ahí a convertirse en un valor seguro para SM no pasó demasiado tiempo. Con paciencia, casi todos sus libros se reeditan, llegando algunos a los veinticinco mil ejemplares.

 

Laura Gallego tiene traducciones de diferentes libros al inglés, francés, alemán, italiano, portugués y catalán. Incluso hubo un intento de hacer una traducción al coreano. «Pero nunca más se supo. Es una lástima, porque me hacía ilusión», refiere. Con todo, lo más interesante es la próxima publicación en Estados Unidos de la mano de Scholastic, la editorial de Harry Potter. No será la primera vez que la comparen con Joanne Rowling, ya que su primer libro estrictamente fantástico (El valle de los lobos) salió a la vez que el primer libro de Harry Potter.

 

De las cosas más curiosas de los escritores que están dedicados principalmente al género juvenil es el sistema de trabajo. Mientras uno tiene la idea de que un escritor es, básicamente, un personaje ermitaño dedicado al cultivo de sus letras, Laura explica que la editorial la tiene viajando muy a menudo (cinco días a la semana, durante un par de meses). «Acudo a coloquios con jóvenes que han leído mis libros, visito colegios o hago sesiones de firmas. Lo encuentro muy enriquecedor, porque yo recuerdo que, cuando a los doce o trece años empezaba a escribir, si alguno de los autores a los que yo leía hubiese hablado conmigo me hubiese encantado. Ahora, no puedo negarle esa posibilidad a mis lectores. Y me permite también saber qué opinan, qué les interesa más o qué personajes les gustan», explica. Con todo, Laura Gallego no tiene bastante con esto. Dispone de una página web y de un foro de Internet donde se habla de literatura fantástica, donde también tiene la posibilidad de recibir opiniones e impresiones de sus lectores. Así, Laura Gallego está, digámoslo así, mucho tiempo de gira, de buen grado y, aún así, espera poder cumplir perfectamente las dos siguientes entregas de Memorias de Idhun , su trilogía personal.

 

 

 

 

 

CURIOSIDADES

Filed under: Crepúsculo,Harry Potter, El Señor de los Anillos y El valle de los lobos,Literatura fantástica — inpema at 2:29 pm on jueves, diciembre 4, 2008

-Sabemos que hay historias de hombres-lobo, o licántropos. En el cine últimamente hemos visto algunas (Dog soldiers, Underworld…). Es una tradición muy antigua que se desarrolló particularmente en la Edad Media (en Francia, por ejemplo, hay cientos de leyendas sobre el loup garou, que es como llaman al hombre-lobo…). Sabemos también que hay muchas historias sobre elfos, una figura que procede de la mitología escandinava y que se ha popularizado en nuestros días gracias al Señor de los Anillos de Tolkien (pero Legolas no es el único elfo ilustre de la literatura fantástica… ¿cómo olvidar a Drizzt Do’Urden -el Elfo Oscuro-, Tanis el Semielfo, Laurana, Paithan Quindiniar y tantos otros?). Y las historia sobre magos también están a la orden del día, con personajes que van desde Merlín hasta Gandalf, Raistlin, o Harry Potter, sin ir más lejos. Pero, y aquí viene la pregunta del millón… ¿conocíais algún personaje que fuera las tres cosas a la vez? Fenris es mago, es un elfo, y también es un licántropo. Ahí queda eso.

 

TEMAS DE LA LITERATURA HISPANOAMERICANA

Filed under: Tópicos de la Literatura hispanoamericana — inpema at 2:22 pm on jueves, diciembre 4, 2008

Las revoluciones, las guerras de independencia, la muerte, los fantasmas y el amor, como no. te recomiendo que leas la antología de cuento hispanoamericano de Seymur menton.

 

La narrativa hispanoamericana regionalista.

La transformación de la narrativa: narrativa de vanguardia.

Entre la vanguardia y el boom. Preparación hacia la gran novela hispanoamericana. La narrativa fantástica: de Borges a Cortázar. Entre el realismo y la irrealidad: de Rulfo a García Márquez. La narrativa existencial: entre Onetti y Sábato.

 

Algunas zonas propias de y solo de la literatura hispanoamericana son

– el indigenismo (en Perú, con Arguedas y Scorza, por ejemplo) y en una cantidad de autores mexicanos que fluctúan desde cierto pintoresquismo idealizado a la antropología y la denuncia social.

– la novela de dictadores, desde El señor presidente, de Asturias, en adelante, gran parte de los autores más conocidos del boom tienen una (p.e. Garcia Marquez, Vargas Llosa, Carpentier, y por supuesto Roa Bastos con Yo el Supremo, a la que se considera la representante mayor del subgénero)

– la no ficción, que si bien no es un género regional alcanza si un rango especial, con aurores como Rodolfo Walsh en Argentina y Elena Poniatowska en México, con textos de investigación y denuncia de hechos políticos relevantes

Hay hechos históricos que marcan fuertemente las literaturas regionales, como la Revolución en México o el peronismo en la Argentina, la lucha armada y el exilio político, en casi todas partes.

 

 

HISTORIA DE LA LITERATURA HISPANOAMERICANA

Filed under: Tópicos de la Literatura hispanoamericana — inpema at 2:20 pm on jueves, diciembre 4, 2008

Historia de la literatura hispanoamericana, de José Miguel Oviedo

por Adolfo Castañón

 

Un corpus envidiableJosé Miguel Oviedo, Historia de la literatura hispanoamericana, cuatro tomos, Alianza Editorial, Madrid, 2001.La Historia de la literatura hispanoamericana de José Miguel Oviedo aparece como un libro de referencia para los estudiosos y académicos pero es, sobre todo, como quería mi adolescencia, una apasionante novela cuyos personajes principales son las letras hispanoamericanas, sus paisajes y sus achaques. Sobra decir que José Miguel Oviedo se ha enamorado previamente de sus paisajes y personajes, y que en su exposición advierte la amorosa debilidad que tiene por esas heroínas, no siempre respetadas (es decir: leídas) como se merecen, que son las letras hispanoamericanas.

     La obra aparece además en un momento significativo. Se diría que un ángel de la guarda vela junto a la literatura hispanoamericana para que nunca le falte un historiador, pues la Historia de la literatura hispanoamericana de José Miguel Oviedo se publica luego de que haya fallecido Enrique Anderson Imbert (1910-1999), el benemérito historiador de nuestras letras a quien resulta ineludible comparar con José Miguel Oviedo.

     Nacido treinta años después, José Miguel Oviedo es al igual que Anderson Imbert, su predecesor, un hábil forjador de caracteres y medallones. Pero, a diferencia de Anderson, es más teórico y conceptuoso, más prudente y selectivo. Trata a los autores, como él mismo dice, con mayor amplitud aunque disminuya el número de autores incluidos. Y más conceptuoso: quizá uno de los atractivos novedosos de la obra de Oviedo sea su voluntad de construcción y argumentación conceptual. Esto le permite, como en el caso de la Colonia y de la literatura prehispánica, armar cautelosas exposiciones que luego redundarán en beneficio de la comprensión de los textos y las épocas.

     Si una historia es comparable a una tragedia con su unidad de tiempo, espacio y acción, cabría decir que la historia literaria de Oviedo transcurre en el tiempo de la secularización y la modernización, que sus escenarios son primordialmente las letras mexicanas, las peruanas, las puertorriqueñas, las argentinas y chilenas (hay comparativamente menos autores del Caribe, de Venezuela y de Colombia) y que la acción que está en juego en este drama de las fábulas, las canciones y los manuscritos es un ir y venir entre la lealtad a unas hormas y convenciones formales y una porosidad, si no es que una voracidad histórica. Con este vaivén quiero decir que, aunque la historia de Oviedo pueda aparecer como una historia políticamente correcta y aun a veces romántica, la exposición no deja de transpirar cierto clasicismo: el museo literario ha sido armado (afortunadamente) por un curador convencional. Sí, la de Oviedo es una historia de libros y autores individuales y singulares; todavía no entran por las ventanas los sujetos colectivos: las revistas, las antologías, las empresas. Tampoco el cine, el radio y la TV, aunque para comprender las letras del fin del siglo XX sea necesario recurrir a la clave de los medios de comunicación. Además, hay que decir que la de José Miguel Oviedo es una historia acusadamente contemporánea, ya que si los cuatro volúmenes cubren más de quinientos años de expresión escrita, literaria y poética, los siglos previos a la Colonia, los tres siglos de virreinato y los albores de la emancipación se recapitulan solamente en un volumen; el siglo XIX casi íntegro, del romanticismo al modernismo, y el ocaso del XIX y el XX reciben la generosa parte del león, pues el volumen III inicia con Horacio Quiroga, López Velarde y Tablada y concluye con Onetti, Carpentier y Zalamea, mientras el iv inicia con Borges, Bioy, Felisberto Hernández y Virgilio Piñera y concluye con la chilena Diamela Eltit y los mexicanos Aguilar Camín, Villoro, Boullosa y Domínguez, entre otros. Llaman la atención algunas ausencias mexicanas: Alejandro Rossi, Marco Antonio Montes de Oca, Enrique Krauze. La contemporaneidad de la historia delineada por José Miguel Oviedo, el acusado «narcisismo epocal» que diría el pertinaz lector, no sólo se refleja en el hecho de que por así decir el siglo XX ocupa prácticamente dos volúmenes, el XIX uno y los tres siglos de virreinato y las letras precolombinas ocupen sólo uno, sino también, y sobre todo, en el ejercicio constante de una perspectiva histórica y cultural que rompe la exposición estrictamente textual y el encadenamiento crítico que hace sucederse a los textos con ingredientes históricos, biográficos, documentales produciendo un didáctico y animado —a veces abigarrado— caleidoscopio crítico. Tal sesgo hacia y desde lo contemporáneo se advierte, por ejemplo, en la libertad que permite a Oviedo detenerse en el cómic incaico de Huaman Poma de Ayala, contrastar la visión de los vencidos y de los vencedores a través del examen de las relaciones indígenas y de los textos de los cronistas y, más acá, rescatar por ejemplo al chocante Chocano en su calidad de icono magnético y pendenciero de las letras hispanoamericanas o, en fin, introducir en el texto paisajes sobre la escritura extraliteraria de un Ernesto Che Guevara o de una Rigoberta Menchú. Por cierto, quienes extrañen la ausencia de algún pasaje sobre la prosa traviesa de Rafael Guillén Vicente, alias el Subcomandante Marcos, pueden en cambio encontrar cierto alivio en la enjundiosa exposición que hace José Miguel Oviedo de Eduardo Galeano y su (no tan) «nueva visión de los vencidos».

     La contemporaneidad de la historia de José Miguel Oviedo se discierne asimismo en su lectura de la geografía literaria hispanoamericana: el relato de la historia literaria hispanoamericana como una suma de historias nacionales se disuelve en beneficio de una lectura regional. Esta es quizá una de las novedades de la obra: la construcción de una fábula de las regiones, como la llamaría Alejandro Rossi. Región mexicana, región andina, región rioplatense y las regiones de tránsito que serían Colombia, Venezuela, el Caribe. Esta lectura regional permite al autor exponer cómo los procesos literarios obedecen a un régimen de vasos comunicantes y exhibir hasta qué punto Hispanoamérica funciona en lo literario y artístico como una sintaxis cultural: «todo esto es mi país», diría Sebastián Salazar Bondy, y Alfonso Reyes haría ver que Hispanoamérica y su cultura no es, no puede ser sino sistema de vasos comunicantes, inteligencia recíproca: sintaxis. Otros indicios del talante decididamente contemporáneo de la historia de Oviedo son la presencia de las mujeres y la atención a la historia como materia y condición de la literatura. Los medallones y retratos de Sor Juana, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Teresa de la Parra, Rigoberta Menchú o Elena Poniatowska —en quien por cierto convergen las redes problemáticas del «segundo sexo» y la sustancia corrosiva del testimonio histórico— son ejemplo de esa porosidad o proclividad hacia la literaria guerra de las musas, para evocar un título de Oviedo. Valery Larbaud diría «La brigada de las amazonas». Y aun en esta «brigada» cabría reclamar a Oviedo que confunda las jerarquías y ponga, por así decir, en el mismo escalafón a la exigente Rosario Ferré y a la mimética Isabel Allende. El capítulo sobre Rodolfo Wash, David Viñas y Oswaldo Soriano es un indicador de esa atenta atención hacia los conflictos de la letra y el cetro, la fábula y la guerra. Otro indicador de contemporaneidad es el diálogo continuo que establece entre las obras y autores del pasado (la literatura indígena de los incas, Sor Juana, Juan Ruiz de Alarcón, el Martín Fierro) y las lecturas y críticas de que estos autores y obras han sido objeto por parte de los propios escritores hispanoamericanos como J. M. Arguedas con los indígenas, Ruiz de Alarcón con Pedro Henríquez Ureña y Alfonso Reyes, Sor Juana con Octavio Paz, el Martín Fierro con Ezequiel Martínez Estrada y Jorge Luis Borges. Y esa sería otra aportación novedosa de José Miguel Oviedo: la voluntad de leer la literatura hispanoamericana desde las lecturas hechas en Hispanoamérica.

     Gracias a esa voluntad quizá no sería difícil discernir entre las líneas de esta historia los elementos de una teoría literaria hispanoamericana, de la cual la obra de Oviedo sería museo y práctica. Una de las constantes de esa teoría entrelineada aquí sería el diálogo entre la cultura popular y la cultura, si no aristocrática, sí cosmopolita y urbana. Ese diálogo recorre la obra de Oviedo y tiene una columna vertebral en las diversas exposiciones que sobre el tema de los hombres de a caballo —para evocar a Alfred Weber, Luis González y González y David Viñas— y los hombres de acción se dan a lo largo del libro: de los cronistas españoles a Sarmiento, Martín Fierro, los realistas rioplatenses como Acevedo Díaz y Javier de Viana —por cierto, entre las páginas mejor logradas de la obra—, Ricardo Güiraldes y su Don Segundo Sombra, la novela de la Revolución Mexicana hasta llegar a Carlos Fuentes —uno de los autores más ampliamente leídos y tratados por José Miguel Oviedo— y los propios Jorge Luis Borges, Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez. –

 

ROMANTICISMO Y AUTORES ROMÁNTICOS

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El Romanticismo fue un movimiento artístico, literario e ideológico que se produjo en la primera mitad del siglo XIX. fue una ruptura con el normativismo neoclásico y su principio básico fue la libertad de creación. En España tuvo su apogeo entre 1835 y 1850, aunque este movimiento surgió años antes entre Inglaterra y Alemania, pero el  absolutismo de Fernando VII impidió el desarrollo del Romanticismo en nuestro país y lo retrasó frente al europeo. Los intelectuales progresistas se vieron obligados a exiliarse, y sólo a su regreso (a partir de 1833) se afianzaron las nuevas ideas románticas, que estos exiliados habían conocido de primera mano en ciudades como Londres o París.

 

 

 

     El Romanticismo español duró relativamente poco. Suelen señalarse los años 1835 (estreno de Don Álvaro del Duque de Rivas) como fecha de inicio, y 1849 (estreno de la obra de José Zorrilla Traidor, inconfeso y mártir) como fecha fin.

 

   Sus orígenes son complejos, tanto socialmente como filosóficamente. se produce con un cierto retraso con respecto al resto de Europa. Por esta razón (motivo de que los literatos españoles de la época sólo tomaran lo superficial de este movimiento) se dice que los románticos españoles no alcanzan la calidad literaria que consiguieron los principales románicos europeos.

 

   Sus puntos más destacables son:

 

 

 

· La vuelta a la Edad Media con la revitalización de la poesía caballeresca y feudal.

 

· Anticlasicismo.

 

· Exaltación de la fantasía, el exotismo, los países lejanos e incluso lugares imaginarios.

 

· El idealismo y los sentimientos apasionados.

 

· Huida del normativismo neoclásico.

 

· Temas principalmente amorosos, religiosos y sobre la vida y la muerte.

 

 

 

 

 

   La lírica romántica española comienza con la publicación de las poesías de Zorrilla, en 1837, y termina sobre el año 1850. Entre estos años se publican las obras líricas de los autores más reconocidos, como son Espronceda, Zorrilla o el Duque de Rivas.

 

   El Romanticismo continúa en dos líneas, una más intimista (Bécquer y Rosalía de Castro principalmente) y otra con elementos más tópicos.

 

 

 

   En cuanto a la forma, el romanticismo supuso un cambio de léxico, de imágenes poéticas y, sobre todo, de métrica. El léxico romántico está relacionado con las actitudes propias de la época, como son el pesimismo, la melancolía, la frustración…

 

   El cambio métrico que hemos mencionado es bastante importante. Se utilizan estrofas y versos más bien populares. La mezcla de versos y estrofas en los poemas es muy frecuente.

 

   Los temas tratados son principalmente el amor y la religión, y se da una gran importancia a lo narrativo, como las leyendas y los romances, que ocupan un lugar importante en el movimiento romántico tanto si parten de elementos históricos como fantásticos.

 

Espronceda

 

 

 

   

 

 

    José de Espronceda Delgado nació el 25 de marzo de 1808 en Almendralejo (Badajoz),que pertenece a Extremadura (España). Le fueron impuestos los nombres de José Ignacio Javier

Oriol Encarnación. Sus padres, Juan José Camilo de Espronceda y Pimentel, militar y María del Carmen Delgado y Lara. Espronceda tuvo tres hermanos más, pero murieron al poco tiempo

de nacer.

 

    Durante sus primeros años de su vida, Espronceda experimentó el peregrinaje con su familia,

al compás de las vicisitudes de la campaña bélica. Hacia 1820 la familia se traslada a Madrid. Al año siguiente se le concedió una plaza en la Academia de Artillería de Segovia, a petición de su padre, plaza que él nunca llegó a ocupar pues estudiaba humanidades en el colegio de San Mateo, bajo la dirección de don Alberto Lista, gran poeta romántico, lo que influyó en él para decidir su inclinación hacia el estudio de las letras y hacia la ideología liberal. A los quince años, Espronceda fundó con otros jóvenes una sociedad masónico-patriótica llamada «Los Numantinos» y él fue su presidente. Cuando el régimen absolutista descubrió la existencia

de esta célula secreta, que se reunían en el sótano de una céntrica calle madrileña, encarceló a todos sus miembros. Espronceda fue condenado a cinco años de reclusión en el convento-prisión de Guadalajara, San Francisco, pero a las pocas semanas y por influencia de su padre, fue absuelto. Allí fue donde empezó a escribir el poema épico «El Pelayo». En 1826 emprende viaje a Lisboa desde Gibraltar, que por aquellos años reunía a gran cantidad de liberales españoles.

 

 

    En la capital portuguesa, Espronceda conoció a una joven de 16 años llamada Teresa Mancha, hija de un militar español emigrado a Lisboa por sus ideas liberales. En 1827 Espronceda sale para Inglaterra, país donde existía gran número de emigrados españoles. Tambíen sale para dicho país el militar Mancha con toda su familia. De allí partiría para Holanda y al poco tiempo hacia París.

   

 

    De allí el poeta intenta pasar a España con una columna de liberales al mando del guerrillero «Chapalangarra». Fracasaron totalmente en el intento y vuelve a París. De allí, en 1831 se trasladó a Londresen una vida de honrada miseria. Cuando Espronceda regresa a Londres, la situación de estrechez había conducido a Teresa a casarse con Gregorio del Bayo, rico comerciante vizcaíno-español establecido en Londres, quien le daba todo a su esposa, menos amor, puesto que le llevaba muchos años. Al reencontrarse con su amado, renació en Teresa el recuerdo de su amor en Lisboa, anidando en ambos la idea de la fuga. Teresa tenía que ir a París con su marido y allí la esperó Espronceda. En la noche del 15 de octubre de 1831 ella abandonó el hotel donde se hospedaba y se fugó con su amante. En 1833, José y Teresa se van a vivir en Madrid. Pero Teresa se fugara a Valladolid cierto día con un tal don Alfonso, abandonando a Espronceda y a Blanca, la hija de ambos. El poeta logra reunirse con ella en dicha ciudad, durando la reconciliación poco tiempo, pues Espronceda es nuevamente perseguido por sus ideas liberales y tiene que refugiarse en casa de un amigo. Teresa, siguió llevando una vida inquieta, hasta que en 1839 murió de tuberculosis, siendo enterrada de limosna en Madrid. Después, Espronceda ingresa en el cuerpo de Guardias de Corps, pero debido a la publicación de una poesía liberal-patriótica, es expulsado a Cuéllar, pueblo de Castilla la Vieja, donde escribe su única novela: «Sancho Saldaña o el castellano de Cuéllar» Vuelve a Madrid y llega a ser diputado y fundador de varios periódicos de tendencia liberal o democrática. En 1840 publica dos libros de poesías: «Poesías» y «Diablo Mundo». Al año siguiente, es destinado a la embajada española en Holanda. Al poco tiempo regresa a España, para ocupar el cargo de diputado por la provincia de Almería, y en el año 1842, un miércoles 25 de mayo, muere Espronceda a la edad de 34 años, como consecuencia de una difteria a la laringe.

 

      Toda su obra poética, ha sido dividida en tres secciones: El poema épico; las poesías líricas; sus obras dramáticas. Entre las poesías líricas destacan «Canto a Teresa», intercalado en «A Jarifa en una orgía»; «El Diablo Mundo»; «El verdugo»; «El mendigo»; «El sol»; «La Canción del Pirata»; el gran poema «El Estudiante de Salamanca»; etc.. Por último, el grupo de sus obras dramáticas, entre las que figuran «Blanca de Borbón», «Ni el tío ni el sobrino», «Amor venga sus agravios».

 

 

José Zorrilla

 

   

 

  Dramaturgo y poeta español más destacado del romanticismo español nacido en Valladolid en 1817. Cursó sus estudios en las universidades de Toledo y Valladolid.

 

  Fue un escritor muy prolífero, publicó cuarenta obras, en mayoría historias nacionales. Se dio a conocer en el entierro de Manuel José de Larra donde leyó unos versos en su memoria.

 

  En 1848 con solo treinta y un años fue elegido miembro de la Real Academia Española; dos años después se traslado a Francia y más tarde a México donde fue nombrado director del Teatro Nacional. En 1889 fue coronado como poeta laureado de España.

 

  En los versos de sus poemas se aprecia musicalidad, los cuales tratan de leyendas medievales y la época imperial de corte popular

 

    En  la épica destacó con A Buen Juez, inspirado en la leyenda toledana del Cristo de la Vega; y Granada, canto a la civilización árabe que se dio en la España medieval.

 

    Su enorme obra poética comenzó en 1837 con Poesías, le siguió Los Cantos del Trovador (1840), Recuerdos y Fantasías (1844), La Azucena Silvestre (1845) y El Cantar del Romero (1886); pero Zorrilla destacó más como autor dramaturgo.

 

  Mantuvo los esquemas teatrales del siglo de Oro español con lo que consiguió a favor del público. Algunas de sus obras fueron El Puñal del Godo (1843), Don Juan Tenorio (1844), Más Vale Llegar a Tiempo que Rondar un Año (1845), entre otras.

 

  De su prosa sobresalen en libro de memorias sobre su estancia en México llamado La Flor de los Recuerdos (1855), y su autobiografía: Recuerdos del Tiempo Viejo (1880).

 

 

  

Romanticismo (literatura), movimiento literario que dominó la literatura europea desde finales del siglo XVIII hasta mediados del XIX. Se caracteriza por su entrega a la imaginación y la subjetividad, su libertad de pensamiento y expresión y su idealización de la naturaleza. El término romántico se empleó por primera vez en Inglaterra en el siglo XVII con el significado original de ‘semejante al romance’, con el fin de denigrar los elementos fantásticos de la novela de caballerías muy en boga en la época.

 

Orígenes e inspiración

 

Hacia finales del siglo XVIII los gustos literarios en Alemania y Francia se alejan progresivamente de las tendencias clásicas y neoclásicas (véase Clasicismo). Los autores románticos encuentran su primera fuente de inspiración en la obra de dos grandes pensadores europeos: el filósofo francés Jean-Jacques Rousseau y el escritor alemán Johann Wolfgang von Goethe.

 

El espíritu romántico

 

Fue precisamente Rousseau quien estableció el culto al individuo y celebró la libertad del espíritu humano al afirmar «Siento antes de pensar». Goethe y sus compatriotas, el filósofo y crítico Johann Gottfried von Herder y el historiador Justus Möser, incidieron en aspectos más formales, colaborando en una serie de ensayos titulados Von deutscher Art und Kunst (Sobre el estilo y el arte alemán, 1773), una obra en la que ensalzan el espíritu romántico manifestado en las canciones populares alemanas, la arquitectura gótica y las obras de Shakespeare. Goethe se propuso imitar la libertad estilística de Shakespeare en su Götz von Berlichingen (1773), un drama histórico sobre un caballero rebelde del siglo XVI. La obra, que justifica la insurrección contra la autoridad política, inauguró el movimiento literario conocido como Sturm und Drang (tormenta e impulso), considerado como precursor del romanticismo alemán. En esta tradición se inscribe también la célebre novela de Goethe Las desventuras del joven Werther (1779). Esta obra, que figura entre las principales referencias del movimiento romántico, exalta los sentimientos hasta el punto de justificar el suicido por un amor no correspondido, y establece un tono y un estado de ánimo imitado por los autores románticos tanto en sus obras como en su vida personal: una tendencia al frenesí, a la melancolía, al hastío del mundo y a la autodestrucción.

 

El estilo romántico

 

El prólogo a la segunda edición de las Baladas líricas (1800), escrito por los poetas ingleses William Wordsworth y Samuel Taylor Coleridge, se considera el manifiesto literario del romanticismo. En él se destaca la importancia del sentimiento y la imaginación en la creación poética y se rechazan las formas y los temas literarios convencionales. De este modo, en el desarrollo de la literatura romántica de todos los países predomina la imaginación sobre la razón, la emoción sobre la lógica y la intuición sobre la ciencia, lo que propicia el desarrollo de un vasto corpus literario de notable sensibilidad y pasión que antepone el contenido a la forma, estimula el desarrollo de tramas rápidas y complejas y se presta a la fusión de géneros (la tragicomedia y la mezcla de lo grotesco y lo sublime), al tiempo que permite una mayor libertad estilística.

 

Las convenciones clásicas, como las famosas tres unidades de la tragedia (tiempo, espacio y acción), cayeron así en desuso, y la creciente demanda de lirismo y espontaneidad, cualidades que los seguidores del romanticismo encontraron en la poesía popular y los romances medievales, generó un enorme rechazo de la regularidad métrica, la rigidez formal y otros aspectos de la tradición clásica. En la poesía inglesa el verso libre sustituyó al pareado que dominó la poesía del siglo XVIII. Los primeros versos del drama Hernani (1830), obra del gran escritor romántico francés Victor Hugo, se alejan de las normas de versificación francesas del siglo XVIII, mientras que en el prefacio a su Cromwell (1827), un documento crítico de gran importancia en sí mismo, Hugo no sólo defiende su ruptura con la estructura dramática tradicional, sino que justifica además la introducción del elemento grotesco en el arte. Los escritores románticos sustituyeron también a los héroes universales de la literatura dieciochesca por héroes más complejos e idiosincrásicos. Gran parte del teatro, la novela y la poesía romántica se entregan a la celebración del «hombre corriente» de Rousseau.

 

Los grandes temas románticos

 

Con la difusión del movimiento romántico a los demás países de Europa, ciertos temas y actitudes, a menudo entremezclados, se sitúan en el centro de las preocupaciones de los escritores del siglo XIX.

 

Anarquismo

 

Gran parte de los movimientos libertarios y abolicionistas de finales del siglo XVIII y principios del XIX tienen su origen en conceptos de la filosofía romántica como pueden ser el deseo de liberarse de las convenciones y la tiranía, y el gran valor de los derechos y la dignidad del ser humano. Del mismo modo que los temas racionales, formales y convencionales característicos del neoclasicismo estaban abocados al rechazo, los regímenes autoritarios que favorecieron y auspiciaron este movimiento hubieron de enfrentarse inevitablemente a importantes revueltas populares. La política y los temas sociales fueron claves en la poesía y la prosa románticas en todo el mundo occidental, y fructificaron en documentos humanos, notables por su vigor y su vigencia en el mundo actual. El año de 1848 estuvo marcado en Europa por el estallido de graves revueltas políticas, y la corriente romántica fluyó con fuerza en Italia, España, Austria, Alemania y Francia.

 

En Guillermo Tell (1804), del dramaturgo alemán Friedrich von Schiller, un oscuro montañés medieval se convierte en símbolo inmortal de la lucha contra la tiranía y el gobierno extranjero. En la novela Los novios (1827), del escritor italiano Alessandro Manzoni, una pareja de campesinos derrota finalmente el feudalismo en el norte de Italia. Lord Byron y Percy Bysshe Shelley, que encarnan para los lectores de poesía inglesa la figura del poeta romántico por antonomasia (tanto en su estilo vital como en sus obras), protestaron airadamente contra los males políticos y sociales de la época y defendieron la causa de la libertad en Italia y Grecia. El poeta ruso Alexandr Serguéievich Pushkin, cuya admiración por las obras de Byron es manifiesta, alcanzó la fama con su ‘Oda a la libertad’ y como muchos autores románticos fue perseguido por subversión política y condenado al exilio.

 

El desencanto generalizado de los románticos con la organización social se plasmó a menudo en la crítica concreta de la sociedad urbana. La casa del pastor (1844), del poeta francés Alfred de Vigny, manifiesta la convicción de que una morada humilde posee más dignidad que un palacio. Anteriormente Rousseau había afirmado que las personas nacen libres, pero la civilización las encadena. Este sentimiento de opresión se expresó con frecuencia en la poesía, como revela la obra del visionario inglés William Blake, quien en su poema ‘Milton’ (c. 1808) habla de los «oscuros molinos satánicos» que comenzaban a desfigurar la campiña inglesa; o el largo poema de Wordsworth El preludio (1850), que alude a

 

«… las sofocantes y atestadas guaridas urbanas donde el corazón humano enferma».

 

Naturaleza

 

Uno de los rasgos principales del romanticismo fue su preocupación por la naturaleza. El placer que proporcionan los lugares intactos y la (presumible) inocencia de los habitantes del mundo rural se observa por primera vez como tema literario en la obra ‘Las estaciones’ (1726-1730), del poeta escocés James Thomson. Esta obra se cita a menudo como una influencia decisiva en la poesía romántica inglesa y su visión idílica de la naturaleza, una tendencia liderada por el poeta William Wordsworth. El gusto por la vida rural se funde generalmente con la característica melancolía romántica, un sentimiento que responde a la intuición de cambio inminente o la amenaza que se cierne sobre un estilo de vida.

 

La pasión por lo exótico

 

Imbuidos de un nuevo espíritu de libertad, los escritores románticos de todas las culturas ampliaron sus horizontes imaginarios en el espacio y en el tiempo. Regresaron a la edad media en busca de temas y escenarios y ambientaron sus obras en lugares como las Hébridas de la tradición ossiánica, como en la obra del poeta escocés James MacPherson (véase Ossián y baladas ossiánicas), o el Xanadú oriental evocado por Coleridge en su inacabado ‘Kubla Jan’ (c.1797). Una obra decisiva fue la recopilación de antiguas baladas inglesas y escocesas realizada por Percy Thomas; sus Reliquias de poesía inglesa antigua (1765) ejercieron una influencia notable, tanto formal como temática, en la poesía romántica posterior. La nostalgia por el pasado gótico se funde con la tendencia a la melancolía y genera una especial atracción hacia las ruinas, los cementerios y lo sobrenatural.

 

El elemento sobrenatural

 

El gusto por los elementos irracionales y sobrenaturales figura entre las principales características de la literatura inglesa y alemana del periodo romántico. Esta tendencia se vio reforzada en un sentido por la desilusión con el racionalismo del siglo XVIII, y en otro por la recuperación de una abundante cantidad de literatura antigua (cuentos populares y baladas) realizada por Percy y los eruditos alemanes Jacob y Wilhelm Karl (Grimm y el escritor danés Hans Christian Andersen o el español Gustavo Adolfo Bécquer, que tanto influyó en los poetas hispanoamericanos. A partir de estos materiales surge, por ejemplo, el motivo del doppelgänger (el doble). Muchos escritores románticos, especialmente los alemanes, se mostraron fascinados con este concepto, que en cierto modo refleja la preocupación romántica por la propia identidad. El poeta Heinrich Heine escribió un poema apócrifo titulado ‘Der Doppelgänger’ (1827); otra obra basada en el mismo tema es El elixir del diablo (1815-1816), una novela corta de E. T. A. Hoffmann; y lo mismo cabe afirmar de La increíble historia de Peter Schlemihl (1814), de Adelbert von Chamisso, un relato sobre un hombre que vende su sombra al diablo. Mucho tiempo después el gran maestro ruso Fiódor Mijáilovich Dostoievski escribió su famosa novela El doble (1846), un estudio sobre la paranoia de un modesto oficinista.

 

La coincidencia del periodo romántico con la revolución de independencia en Hispanoamérica favoreció la importación y amplia difusión del movimiento, pero no fue de «las ideas sino de los tópicos, no del estilo sino de la manera, del subjetivismo sentimental». Según un crítico moderno fue más un calco que una ideología.

 

Los patriotas hispanoamericanos que vivieron en Londres, a principios de siglo, regresaron cargados de influencias y modelos. Las señas de identidad del romanticismo hispanoamericano fueron: nacionalismo, exaltación de lo autóctono, lucha por la libertad, denuncia social y moral.

 

El declive del romanticismo

 

Hacia mediados del siglo XIX el romanticismo comienza a dar paso a nuevos movimientos literarios: los parnasianos y el simbolismo en la poesía y el realismo y el naturalismo en la prosa, pero siguió cultivándose en toda Europa y América, sin su carga original audaz, como un calco repetitivo y con gran éxito de lectores.

 

El romanticismo español

 

El romanticismo llega a España con retraso con respecto al resto de los países europeos, y no es particularmente fecundo. Su desarrollo está condicionado por la situación política marcada por el absolutismo de Fernando VII. El erudito José Joaquín de Mora, exiliado en Francia, envió a los Bochl de Faber (véase Fernán Caballero), entonces en Cádiz los primeros romances protorrománticos, y más tarde, durante su exilio en Londres (1823), junto con Alcalá Galiano y Blanco White, fue uno de los impulsores del romanticismo español. Tras la muerte del monarca y el regreso de los exiliados se señala el año de 1834 como fecha del triunfo del romanticismo en España. Se estrenan entonces La conjuración de Venecia, de Martínez de la Rosa, Macías de Larra y se publican las Poesías de Salas y Quiroga. Algunos críticos señalan el fin del auge romántico en las letras españolas hacia 1844, año del estreno del Don Juan Tenorio de Zorrilla. El principal exponente del romanticismo en España, que supo sintetizar en su vida y su obra el espíritu romántico, fue José de Espronceda, considerado por algunos el primer gran poeta español moderno. Entre sus principales obras cabe mencionar Poesías (1840), donde reúne las composiciones realizadas hasta ese momento, y El diablo mundo (1840).

 

AUTORES, ANÓNIMOS Y SEUDÓNIMOS

Filed under: La Celestina y El Lazarillo — inpema at 2:12 pm on jueves, diciembre 4, 2008

4.2 El autor de una obra

4.2.1 Obras anónimas o con seudónimo

4.2.2 Obras colectivas

4.2.3 Obras a través de un contrato de trabajo

 

4.2.1 Obras anónimas o con seudónimo

Una obra también puede hacerse pública a través de un seudónimo o de manera anónima, cuando el autor decide dar a conocer su obra sin presentar su nombre, como lo señala a LFDA en el segundo párrafo de su artículo 77.

 

Artículo 77

La persona cuyo nombre o seudónimo, conocido o registrado, aparezca como autor de una obra, será considerada como tal, salvo prueba en contrario y, en consecuencia, se admitirán por los tribunales competentes las acciones que entable por transgresión a sus derechos.

Respecto de las obras firmadas bajo seudónimo o cuyos autores no se hayan dado a conocer, las acciones para proteger el derecho corresponderán a la persona que las haga del conocimiento público con el consentimiento del autor, quien tendrá las responsabilidades de un gestor, hasta en cuanto el titular de los derechos no comparezca en el juicio respectivo, a no ser que existiera convenio previo en contrario.

 

 

4.2.2 Obras colectivas

Otra figura que se ha conformado en torno a una obra, es la coautoría o la intervención de dos o más personas en una realización compartida. Se trata de las obras colectivas o creadas por varios autores, que están contempladas en el artículo 80.

En este artículo la LFDA destaca que cuando una minoría no está de acuerdo en hacer gastos de impresión, cuando así lo decide la mayoría para publicar una obra en coautoría, aquélla estará obligada a hacerlo con cargo a los beneficios que se obtengan, es decir, que estos gastos le serán descontados de las ganancias que le correspondan por la explotación de la obra.

 

 

4.2.3 Obras a través de un contrato de trabajo

Una obra realizada por un autor empleado o contratado por una persona física o moral, así como las obras encomendadas o encargadas, están consideradas dentro de las creaciones realizadas a través de un contrato de trabajo, como una traducción, una musicalización o un guión. La persona moral o física que contrata los servicios de un autor para emplearlo, es la titular de los derechos de autor de la obra que realice, pero tiene la obligación de mencionar al empleado como colaborador.

Si en la producción de una obra los colaboradores realizan su trabajo sin una remuneración a cambio, el derecho de autor corresponde a todos los participantes. Cuando sea posible determinar la parte que le corresponde, cada colaborador será el titular del derecho de autor de su trabajo, por lo que podrá reproducirla por separado, indicando la obra a la que pertenezca. No obstante, no podrá utilizar el título de la obra.

 

 

 

4.3 Los derechos del autor

 

4.3.1 Derecho moral

4.3.2 Derecho patrimonial

4.3.3 Cesión de los derechos patrimoniales

4.3.4 Derechos conexos

4.3.5 El dominio público

 

Al crear una obra, un autor adquiere derechos morales y patrimoniales determinados y amparados por la propia LFDA. Es común ver la inscripción “Derechos Reservados” en forros de libros, en los empaques de CD’s de música o en las páginas web, con la finalidad de que la advertencia contribuya a evitar que sean copiados, reproducidos o modificados y se haga manifiesto el respeto a los derechos del autor.

 

 http://www.edicion.unam.mx/html/4_3.html

 

 

 

Errores y mentiras sobre Leonardo Da Vinci

Filed under: El código Da Vinci — inpema at 2:07 pm on jueves, diciembre 4, 2008

Información sobre el artista florentino, uno de los grandes maestros del Renacimiento.
 De acuerdo. Así que el libro no es más que una novela. Pero ¿qué pasa con las ideas del libro? Por ejemplo, ¿quién era Da Vinci y qué sabía sobre Jesús?

Una vez más, tropezamos con uno de los aspectos más desconcertantes de las infundadas afirmaciones de Dan Brown sobre su experiencia en arte y en historia. Brown se refiere habitualmente al gran artista del Renacimiento, ingeniero y científico, como «Da Vinci» y, en consecuencia, habitúa a millones de lectores a hacerlo así. Pero lo cierto ‘es que Leonardo da Vinci ha sido conocido tradicionalmen te como Leonardo, por la misma razón que a Jesús de Nazareth se le llama Jesús» y no «de Nazareth», y a Francisco de Asís, «Francisco» y no «de Asís». Vinci era la ciudad natal de Leonardo, no su apellido: da Vinci significa sencillamente «de Vinci». Este error elemental, encerrado a lo largo del libro (y su propio título), nos revela involuntariamente, sea quien sea Leonardo, que el Código Da Ynci, no es una fuente de información fiable sobre él.

Los hechos básicos son los siguientes. Leonardo da Vinci (1452‑1519) fue un arquitecto italiano, músico, anatómico, inventor, ingeniero, escultor y pintor. En otras palabras, fue el paradigma del «hombre del Renacimiento». Un genio extraordinario, de talento prodigioso, interesado en todas las cosas del cielo y de la tierra. Leonardo es famoso por cuadros tales como La última Cena y la Mona Lisa así como por sus cuadernos de notas (escritos al revés, de modo que solo se podrían leer en un espejo), y por sus numerosos inventos y diseños, algunos de los cuales anticipaban avances tecnológicos que no se harían realidad hasta siglos después de su muerte.

Los conocimientos de Leonardo sobre Jesús eran, ciertamente, los mismos que los de cualquier otro católico italiano de su tiempo. Y el sencillo hecho es que no existe un «código» sobre Jesús escondido en la obra de arte de Leonardo.

El libro asegura que Leonardo da Vinci era homosexual. Yo no lo había oído nunca.

Sí; Brown afirma que Leonardo era un «reconocido homosexual». Sin embargo, desconocemos prácticamente la vida sexual de Leonardo, un hecho no muy compatible con el calificativo de «reconocido». Existen algunas evidencias fragmentarias de que Leonardo haya estado implicado en un comportamiento homosexual: una acusación de sodomía en su juventud que fue posteriormente descartada. Pero es difícil saberlo con certeza, pues el documento no aborda la cuestión. El motivo más probable para que Brown haga esta afirmación en porque: a) legusta usar tópicos, y «reconocido homosexual» es un tópico clásico; y b) su planteamiento exige que Leonardo sea en esencia un urbanita absolutamente moderno que corretea por las calles de Roma vestido con ropas del Renacimiento, y siente un sofisticado desprecio por la Iglesia católica.

El Código Da Vinci afirma también que Leonardo era un «hombre de razón» en una época en que la ciencia era sinónimo de «herejía». ¿Realmente la Iglesia enfrentaba a la ciencia y a la razón?

En realidad, la Iglesia era un generoso mecenas de las ciencias y de la razón, como lo demuestra el elevado número de colosos intelectuales que produjo: Tomás de Aquino, Anselmo, Agustín y muchos otros. Copérnico, por ejemplo ~del que Brown afirma en una novela anterior que fue asesinado por la Iglesia), fue un sacerdote católico que no recibió censura alguna por su obra y murió por causas naturales. Ciertamente, como apunta el sociólogo Rodney Stark, el motivo de que las ciencias se desarrollaran en Europa alqanzando tanto ascendiente, fue precisamente porque el cristianismo, al contrario de prácticamente las demás tradiciones religiosas, se tomaba la razón en serio:

«Ahondando más profundamente, se ve con claridad que la auténtica base fundamental, no solo del capitalismo, sino del desarrollo de Occidente, fue una extraordinaria fe en la razón.

Una serie de evoluciones en las que triunfó la razón configuraron excepcionalmente la cultura occidental y las instituciones. Y la más importante de esas victorias tuvo lugar dentro de la cristiandad. Mientras las otras religiones del mundo ponían el énfasis en el misterio y la intuición, solo el cristianismo se adhería a la razón y a la lógica como las guías prioritarias en la verdad religiosa desde los primeros tiempos, los Padres enseñaron que la razón era un don supremo de Dios y el medio para incrementar progresivamente la comprensión de la Escritura y de la revelación. En consecuencia, el cristianismo se orientaba hacia el futuro, mientras las demás religiones afirmaban la superioridad del pasado. Estimulada por los escolásticos y plasmada en las grandes universidades medievales fundadas por la Iglesia, la fe en el poder de la razón se infundió en la cultura occidental estimulando la búsqueda de la ciencia y la evolución de la teoría y la práctica democrática.

Durante el pasado siglo, los intelectuales occidentales han estado más que dispuestos a seguir la pista del origen cristiano del imperialismo europeo, pero no están en absoluto dispuestos a reconocer que el cristianismo no hizo contribución alguna (que no sea la intolerancia) a la capacidad occidental de dominar a las demás sociedades. Más bien, se dice que el Occidente avanzó cuando superó las barreras religiosas frente al progreso, especialmente las que obstaculizaban a la ciencia. Insensateces. El éxito de Occidente, incluido el desarrollo de la ciencia, se apoyaba en bases religiosas, y las personas que lo causaron eran cristianos piadosos. (Fuente: Rodney Stara, «How Christianity (and Capitalism) led to the Science». The Chronicle of Higher Education, 2‑XII‑2005)».

Brown, sin embargo, encuentra que los hechos históricos son inconvenientes para su proyecto de retratar a la Iglesia del Renacimiento como un poder despótico temeroso del saber. Esto le lleva a una divertida contradicción, al afirmar simultáneamente que Leonardo, el hombre de la razón y de la ciencia, vivía temeroso del odio supersticioso del Vaticano por los científicos mientras recibía «cientos» de «encargos lucrativos de él». El colmo de la ironía es que, de hecho, Leonardo recibió un encargo del Vaticano en toda su vida y nunca fue acusado de cualquier tipo de herejía. Pero como eso no coincide con la imagen de un astuto sofisticado que engañaba a la lerda (aunque despiadadamente ingeniosa) Iglesia católica, pintando un arte «subversivo» bajo sus narices, Brown ignora sencillamente los hechos y nos comunica una falsedad más.

También nos dice Brown que Leonardo «daba culto al orden divino de la Naturaleza», pero que era un «hipócrita espiritual» que, por dinero, creaba una «enorme» cantidad de arte cristiano plagado de códigos que atacaban la fe cristiana. Dicho de otro modo, es la afirmación de que Leonardo era un pagano devoto de lo «sagrado femenino» que adoraba a la Naturaleza en lugar de a Dios, el Creador de la Naturaleza. Sin embargo, Brown alega que, para ‘un hombre sofisticado como Leonardo, era demasiado peligroso hacerlo abiertamente, y pasaba las palabras vía código secreto bajo las narices de sus ignorantes mecenas católicos a través de su «enorme» producción de obras de arte.

El principal problema es que no existe ninguna evidencia a favor de esta afirmación y muchas en contra. Por ejemplo, es inexacto que la obra artística de Leonardo sea «enorme». Leonardo nos dejó un legado de diecisiete cuadros, cuatro de ellos sin acabar. Eso es así. Y de ellos, el más famoso de todos, la Mona Lisa, no es una obra «cristiana», sino el retrato de la mujer de un comerciante.

Sí, pero Langdon dice que la Mona Lisa es realmente religiosa, pues es un anagrama del dios pagano Amon y su consorte Iris.

Lo siento mucho, pero no. Esta es otra demostración del error de Brown por no consultar alguna enciclopedia o Internet antes de hacer una afirmación de tan desconcertante ignorancia. Leonardo da Vinci nunca llamó Mona Lisa a esa pintura. La llamó La Giocontia. El título de Mona Lisa se debe a la biografía de Leonardo que Giorgio Vasari publicó treinta y un años después de la muerte del autor. En su obra, Vasari identifica a la mujer como la esposa del acaudalado comerciante florentino Francesco del Giocondo. (Mona es la contracción habitual de madonna que significa «señora»; así que el título significa exactamente «Señora Lisa»). El nombre de Mona Lisa no se usó comúnmente para referirse a la pintura hasta muchos años después de la muerte de Leonardo. Igualmente, el resto de los «análisis» de Langdon no son más que tonterías. Ningún experto serio en arte cree que Mona Lisa es, en realidad, el autorretrato de un Leonardo vestido de mujer o un mensaje codificado sobre las glorias de la androginia.

El simple hecho es que Brown, que no está cualificado en Historia del Arte, nos está contando cuentos. Así que tendríamos que aceptar al pie de la letra su afirmación de que «todas las descripciones de las obras de arte… son veraces». Para ser exactos, uno debería saber, por lo menos, a quién se hace el retrato y cuál es su auténtico nombre antes de empezar a hacer afirmaciones seguras sobre lo que significa, especialmente si vas a aprovecharlo para hacer unas declaraciones incendiarias sobre los orígenes fraudulentos del cristianismo.

Decodificando El Código Da Vinci

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Michael Gleghorn

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Introducción a El Código Da Vinci
La tremendamente exitosa novela de Dan Brown, El Código Da Vinci, ha generado un enorme interés en el público lector. A la fecha, el libro ha vendido unos cinco millones de ejemplares. Aparentemente, Ron Howard ha dado su acuerdo para dirigir la historia para Sony Pictures Entertainment, y posiblemente la lleve a las pantallas en 2005.{1}
Pero, ¿por qué tanto alboroto? Y ¿por qué ha causado tanto revuelo la novela de Brown? La historia comienza con el asesinato del director del Louvre, dentro del museo. Pero el director no está interesado solo en el arte; es, también, el Gran Maestro de una sociedad secreta conocida como El Priorato de Sion. El Priorato guarda un antiguo secreto que, de ser revelado, minaría la autoridad de la iglesia y desacreditaría completamente el cristianismo bíblico. Antes de morir, el director intenta pasar el secreto a su bisnieta, Sofía, una criptógrafa, y a Robert Langdon, un profesor de Harvard, dejando una serie de pistas que espera que los guiarán a la verdad.

Entonces, preguntará usted, ¿cuál es el secreto? El lugar, la verdadera identidad, del muy buscado Santo Grial. Pero, en la novela de Brown, el Grial no es la copa supuestamente usada por Cristo en la Última Cena. Más bien, es la persona de María Magdalena, ¡la esposa de Jesús, que mantuvo el linaje real de Cristo dando a luz a su hijo! ¡El Priorato de Sion guarda celosamente la ubicación secreta de la tumba de María y está encargado de proteger el linaje de Jesús, que ha continuado hasta hoy!

Pero, ¿hay alguien que tome en serio estas ideas? Sí; de hecho, lo hay. Esto se debe, en parte, a la forma en que Brown ha escrito su historia. Si uno empieza a leer El Código Da Vinci, la primera palabra que encuentra, en negrita y mayúsculas, es «HECHOS». Poco después, Brown escribe: «Todas las descripciones de ilustraciones, arquitectura, documentos y ritos secretos en esta novela son exactas».{2} Y, el lector promedio, sin ningún conocimiento o capacitación especial en estas áreas, dará por sentado que la afirmación es verdadera.

Pero no lo es. Y se han escrito muchos artículos documentando específicamente algunas de las imprecisiones de Brown en estas áreas.{3} Pero Brown, además, tiene una forma de hacer que las novedosas teorías acerca de Jesús y la historia primitiva del cristianismo de la novela parezcan creíbles. Las teorías son adoptadas por los personajes más cultos de la novela: un historiador real británico, Leigh Teabing, y un profesor de Simbología Religiosa de Harvard, Robert Langdon. En boca de estos personajes, el lector desprevenido queda con la impresión de que las teorías son, en realidad, verdaderas. Pero, ¿lo son?

En el resto del artículo, mi argumento será que la mayor parte de lo que Brown nos cuenta de Jesús, la Biblia y la historia de la iglesia primitiva, es simplemente falso.

¿Alteró Constantino nuestros cuatro Evangelios?
Los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, que más tarde fueron reconocidos oficialmente como parte del canon (o «regla de fe») del Nuevo Testamento, ¿fueron alterados y «mejorados» intencionalmente en el siglo IV por orden del emperador Constantino? Esto es lo que Leigh Teabing, el historiador real ficticio de El Código Da Vinci, sugiere. En un punto dice: «Constantino encargó y financió una nueva Biblia, que omitía aquellos evangelios que hablaban de los rasgos humanos de Cristo, y alteró aquellos Evangelios que lo hacían aparecer con características de Dios». (234). Pero, ¿es esto realmente verdad?
Es cierto que en una carta al historiador de la iglesia primitiva, Eusebio, Constantino ordenó la preparación de «cincuenta copias de las Sagradas Escrituras».{4} Pero en ninguna parte de la carta ordena que ninguno de los Evangelios sea alterado a fin de hacer aparecer a Jesús más como Dios. Y, aun si lo hubiera hecho, habría sido prácticamente imposible lograr que los fieles cristianos aceptaran este tipo de relatos.

Antes del reinado de Constantino, la iglesia había enfrentado una persecución generalizada bajo el emperador Diocleciano. ¡Resulta difícil creer que la misma iglesia que había soportado esta persecución de pronto arrojaría por la borda sus amados Evangelios para abrazar relatos alterados de la vida de Jesús! Además, con toda seguridad, de haber intentado hacer algo así Constantino, tendríamos bastante evidencia en los escritos de los Padres de la Iglesia. Pero esta evidencia falta por completo. Y, finalmente, decir que los líderes de la iglesia del cuarto siglo, muchos de los cuales había soportado persecución por su fe en Cristo, accederían a unirse a Constantino en una gran conspiración de este tipo es completamente fantasioso. Simplemente no hay ninguna evidencia de que haya ocurrido jamás.

Un último punto. Tenemos copias de Mateo, Marcos, Lucas y Juan que son significativamente anteriores a Constantino y al Concilio de Nicea. Si bien ninguna de las copias está completa, sí tenemos copias casi completas tanto de Lucas como de Juan en un códice fechado entre 175 y 225 d.C., al menos cien años antes de Nicea. Otro manuscrito, fechado alrededor de 200 d.C. o antes, contiene la mayor parte del Evangelio de Juan.{5} Pero, ¿por qué es importante esto?

Primero, podemos comparar estos manuscritos prenicenos con los que siguieron a Nicea para ver si hubo alguna alteración. No hubo ninguna. Segundo, las versiones prenicenas del Evangelio de Juan incluyen algunas de las declaraciones más fuertes registradas sobre la deidad de Jesús (ej: 1:1-3; 8:58; 10:30-33; etc.). Es decir, ¡las declaraciones más explícitas de la deidad de Jesús en cualquiera de nuestros Evangelios ya se encuentran en manuscritos que antedatan a Constantino en más de cien años! Esto en cuanto a la teoría de que fueron alterados. Pero, ¿podemos confiar en estos Evangelios?

¿Podemos confiar en los Evangelios?
Si bien no hay ninguna base histórica para la afirmación de que Constantino alteró los Evangelios del Nuevo Testamento para que hicieran aparecer a Jesús más parecido a Dios, todavía debemos preguntar si los Evangelios son fuentes confiables y fidedignas de información sobre Jesús. Según Teabing, el historiador ficticio que encontramos anteriormente: «Casi todo lo que nuestros padres nos enseñaron acerca de Cristo es falso» (235). ¿Es cierto esto? La respuesta depende, en gran manera, de la confiabilidad de las biografías más antiguos que tenemos de Jesús, los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
Cada uno de los Evangelios fue escrito en el primer siglo d.C. Si bien son, técnicamente, anónimos, tenemos evidencia bastante fuerte de escritores del segundo siglo, como Papías (c. 125 d.C.) e Ireneo (c. 180 d.C.), que atribuye cada Evangelio a su autor tradicional. Si su testimonio es verdadero (y tenemos pocos motivos para dudarlo), entonces Marcos, el compañero del discípulo Pedro, escribió la esencia de la predicación de Pedro. Y Lucas, el compañero del apóstol Pablo, investigó cuidadosamente y escribió la biografía que lleva su nombre. Finalmente, Mateo y Juan, dos de los doce discípulos de Jesús, escribieron los libros que se les atribuyen. Si todo esto es correcto, entonces los sucesos registrados en estos evangelios «están basados en el testimonio directo o indirecto de testigos oculares».{6}

Pero, los escritores de los Evangelios, ¿tuvieron la intención de registrar de forma fidedigna la vida y el ministerio de Jesús? ¿Estaban, siquiera, interesados en la historia, o acaso sus intenciones teológicas opacaron todo deseo que pudieran haber tenido de decirnos lo que realmente pasó? Craig Blomberg, un estudioso del Nuevo Testamento de Denver Seminary, observa que la introducción del Evangelio de Lucas «se parece mucho a los prólogos de obras históricas y biográficas de la antigüedad en las que la gente confía generalmente». Además, señala que, dado que Mateo y Marcos son muy similares a Lucas en términos de género, «parece razonable que la intención histórica de Lucas reflejaría muy estrechamente la intención de ellos».{7} Finalmente, Juan nos dice que escribió su Evangelio para que la gente pudiera creer que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y que, al creer, pudieran tener vida eterna en su nombre (20:31). Si bien podemos reconocer que esta declaración revela una clara intención teológica, Blomberg señala que «si una se va a convencer lo suficiente como para creer, la teología tiene que fluir de la historia exacta».{8}

Es interesante que las disciplinas de la historia y la arqueología son una gran ayuda para corroborar la confiabilidad general de los escritores del Evangelio. Donde estos autores mencionan personas, lugares y sucesos que pueden ser verificados con otras fuentes antiguas, se demuestra consistentemente que son bastante confiables. Por lo tanto, tenemos buenos fundamentos para confiar en los Evangelios del Nuevo Testamento.

Pero, ¿qué pasó con los «evangelios» que no llegaron a entrar en el Nuevo Testamento? Específicamente, que pasó con los documentos de Nag Hammadi?

Los evangelios de Nag Hammadi
Desde su descubrimiento en 1945, ha habido mucho interés en los textos de Nag Hammadi. Pero, ¿qué son estos documentos? ¿Cuándo se escribieron, por quiénes, y con qué propósito? Según Teabing, le historiador ficticio de El Código Da Vinci, los textos de Nag Hammadi representan «los registros cristianos más antiguos» (245). Estos «evangelios inalterados», dice, cuentan la verdadera historia acerca de Jesús y el cristianismo primitivo (248). Los Evangelios del Nuevo Testamento son, supuestamente, una versión posterior y adulterada de estos sucesos.
El único problema con la teoría de Teabing es que es errónea. Los documentos de Nag Hammadi no son «los registros cristianos más antiguos». Cada uno de los libros del Nuevo Testamento es anterior a ellos. Los documentos del Nuevo Testamento, incluyendo los cuatro Evangelios, fueron escritos todos en el primer siglo d.C. En contraste con estos documentos, las fechas de los textos de Nag Hammadi van del segundo al tercer siglo d.C. Como señala el Dr. Darrell Bock, en su próximo libro, Breaking the Da Vinci Code, «El grueso de este material dista algunas generaciones de los fundamentos de la fe cristiana, un punto vital a recordar al evaluar los contenidos».{9}

¿Qué sabemos, entonces, acerca del contenido de esto libros? Suele haber acuerdo en que los textos de Nag Hammadi son documentos gnósticos. El fundamento clave del gnosticismo es que la salvación se obtiene a través de un conocimiento secreto y esotérico. Como resultado, los evangelios gnósticos, en fuerte contraste con sus contrapartes del Nuevo Testamento, no asignan prácticamente ningún valor a la muerte y resurrección de Jesús. Por cierto, la cristología gnóstica tendía a separar al Jesús humano del Cristo Divino, y los consideraba como dos seres distintos. No fue el Cristo Divino el que sufrió y murió; fue simplemente el Jesús humano, o tal vez Simón de Cirene mismo.{10}En realidad, a los gnósticos no les importaba mucho, porque, según su forma de ver, la muerte de Jesús era irrelevante para obtener la salvación. Lo verdaderamente importante no era la muerte del hombre Jesús sino el conocimiento secreto que trajo el Cristo Divino. Según los gnósticos, la salvación venía a través de una comprensión correcta de este conocimiento secreto.{11}

Está de más decir que estas doctrinas son incompatibles con la enseñanza del Nuevo Testamento acerca de Cristo y la salvación (ej: Romanos 3:21-26; 5:1-11; 1 Corintios 15:3-11; Tito 2:11-14). Irónicamente, son también incompatibles con la perspectiva de Teabing de que los textos de Nag Hammadi «hablan del ministerio de Cristo en términos muy humanos» (234). Los textos de Nag Hammadi, en realidad, presentan a Cristo como un ser divino, si bien de forma bastante diferente de la perspectiva del Nuevo Testamento.{12}

Por lo tanto, los textos de Nag Hammadi son posteriores a los escritos del Nuevo Testamento y se caracterizan por una cosmovisión que es completamente ajena a su teología. Los Padres de la Iglesia fueron sabios al rechazarlos para el canon del Nuevo Testamento. Pero, ¿cómo decidieron cuáles libro sí incluir?

La formación del canon del Nuevo Testamento
En los primeros siglos del cristianismo, se escribieron muchos libros acerca de las enseñanzas de Jesús y sus apóstoles. La mayoría de estos libros nunca llegaron a estar en el Nuevo Testamento. Estos incluyen títulos como El Evangelio de Felipe, Los Hechos de Juan, Tercera de Corintios y El Apocalipsis de Pedro. ¿Cómo decidió la iglesia primitiva qué libros incluir en el Nuevo Testamento, y cuáles rechazar? ¿Cuándo se tomaron estas decisiones, y quiénes las tomaron? Según el historiador ficticio Teabing, «la Biblia, tal como la conocemos hoy, fue compaginada por . . . Constantino el Grande» (231). De nuevo debemos preguntarnos: ¿es cierto esto?
La iglesia primitiva tenía criterios muy definidos que debía cumplir un libro para ser incluido en el Nuevo Testamento. Según señala el Dr. Bart Ehrman, un libro debía ser antiguo, escrito cerca del tiempo de Jesús. Debía ser escrito por un apóstol o por un compañero de un apóstol. Debía ser consistente con la comprensión ortodoxa de la fe. Y tenía que estar ampliamente reconocido y aceptado por la iglesia.{13} Los libros que no cumplían con estos criterios no fueron incluidos en el Nuevo Testamento.

¿Cuándo se tomaron estas decisiones? Y, ¿quiénes las tomaron? Nunca hubo un concilio ecuménico en la iglesia primitiva que decretara oficialmente que los veintisiete libros que tenemos hoy en nuestro Nuevo Testamento eran los correctos.{14} Más bien, el Canon tomó forma gradualmente a medida que la iglesia reconocía y aceptaba aquellos libros que eran inspirados por Dios. La colección más antigua de libros «que circuló entre las iglesia en la primera mitad del segundo siglo» fueron los cuatro Evangelios y las cartas de Pablo.{15} Pero no fue hasta que el hereje Marción publicara su versión expurgada del Nuevo Testamento, alrededor de 144 d.C. que los líderes de la iglesia buscaron definir el Canon más específicamente.{16}

Hacia el final del segundo siglo, hubo un consenso creciente en la iglesia de que el Canon debía incluir los cuatro Evangelios, Hechos, las trece cartas paulinas, «epístolas de otros ‘hombres apostólicos’ y el Apocalipsis de Juan». {17} Por ejemplo, el Canon Muratorio, que data de fines del segundo siglo, reconoció a cada uno de los libros del Nuevo Testamento excepto Hebreos, Santiago, 1 y 2 Pedro, y 3 Juan. Ireneo reconoció libros similares, si bien no idénticos, a fines del segundo siglo, al igual que Orígenes, a principios del tercer siglo. Por lo tanto, mientras que el listado más antiguo de todos los libros del Nuevo Testamento proviene de Atanasio, en 367 d.C., había un acuerdo generalizado sobre la mayoría de los libros (incluyendo los cuatro Evangelios) para fines del segundo siglo. El Canon del Nuevo Testamento no fue producto de una decisión de Constantino.

¿Quién fue María Magdalena? (Primera parte)
Otra acusación que se hace en El Código Da Vinci es la desafortunada idea errónea de que María Magdalena era una prostituta. ¿De dónde salió esta idea? Y, ¿por qué tanta gente la cree?
Según Leigh Teabing, el historiador ficticio de El Código Da Vinci, la idea popular de que María Magdalena era una prostituta «es el legado de una campaña de desprestigio . . . de la iglesia primitiva». Según Teabing, «la iglesia necesitaba difamar a María . . . a fin de encubrir su peligroso secreto: su papel como el Santo Grial» (244). Recuerde que, en el mundo de esta novela, el Santo Grial no es la copa usada por Jesús en la Última Cena. En cambio, es María Magdalena, que supuestamente sería la esposa de Jesús y quien llevó en su vientre su linaje real.

¿Qué podemos decir al respecto? La iglesia primitiva, ¿realmente buscó calumniar a María como prostituta a fin de encubrir su relación íntima con Jesús? La primera instancia registrada de María Magdalena identificada erróneamente como una prostituta ocurrió en un sermón del Papa Gregorio el Grande, en 591 d.C. {18} Lo más probable es que este no fue un intento deliberado de calumniar la persona de María. Más bien, Gregorio probablemente interpretó erróneamente algunos pasajes de los Evangelios, lo que hizo que identificara a María, incorrectamente, como una prostituta.

Por ejemplo, podría haber identificado a la mujer pecadora sin nombre de Lucas 7, que ungió los pies de Jesús, con María de Betania, de Juan 12, que también ungió los pies de Jesús poco antes de su muerte y sepultura. Esto podría haber ocurrido fácilmente porque, si bien hay importantes diferencias, hay también muchas similitudes entre ambos incidentes. Si Gregorio pensó que la mujer pecadora de Lucas 7 era la María de Juan 12, entonces tal vez vinculó erróneamente a esta mujer con María Magdalena. Resulta que Lucas menciona a María Magdalena por primera vez al comienzo del capítulo 8, justo después de la historia del ungimiento de Jesús, en Lucas 7. Dado que la mujer sin nombre de Lucas 7 era probablemente culpable de algún tipo de pecado sexual, si Gregorio llegó a creer que esta mujer era María Magdalena, entonces no sería un salto demasiado grande inferir que era una prostituta.

Por lo tanto, si bien no hay ninguna evidencia real de que María fuera una prostituta, no es difícil ver cómo Gregorio podría haberla identificado erróneamente con una. Es lamentable que lo haya hecho, y necesita ser corregido, pero difícilmente sea necesario creer que formó parte de una campaña de desprestigio deliberado de la iglesia primitiva.

¿Quién fue María Magdalena? (Segunda parte)
¿Qué revelan nuestras fuentes más antiguas acerca de la verdadera María Magdalena? Según Teabing, María fue la esposa de Jesús, la madre de su hijo, y la que establecería la iglesia luego de la muerte de Jesús (244-48). En apoyo de esta teoría, Teabing apela a dos de los evangelios gnósticos: El Evangelio de Felipe y El Evangelio de María [Magdalena] . Consideraremos El Evangelio de Felipe más adelante. Por ahora, miremos más detenidamente El Evangelio de María.
La sección de este evangelio citada en la novela de Brown muestra un Pedro incrédulo, que simplemente no puede creer que el Cristo resucitado haya revelado secretamente información a María que no reveló a sus discípulos varones. Leví, sin embargo, reprende a Pedro: «Si el Salvador la consideró digna, ¿quién eres tú . . . para rechazarla? Sin duda el Salvador la conoce muy bien. Por eso la amó a ella más que a nosotros» (247).

¿Qué podemos decir de este pasaje? Primero, es importante observar que en ninguna parte de este evangelio se nos dice que María era la esposa de Jesús o la madre de su hijo. Segundo, muchos estudiosos creen que este texto probablemente debería leerse de forma simbólica, donde Pedro representa la ortodoxia primitiva cristiana y María, una forma del gnosticismo. Por lo tanto, este evangelio probablemente esté diciendo que «María» (es decir, los gnósticos) ha recibido revelación divina, aun cuando «Pedro» (es decir, los ortodoxos) no lo puedan creer.{19} Finalmente, aun cuando este texto tenga que leerse literalmente, tenemos pocas razones para creer que es históricamente confiable. Probablemente fue compuesto en algún momento del final del segundo siglo, unos cien años después de los evangelios canónicos.{20} Por lo tanto, a diferencia de lo que sugiere la novela, ciertamente no fue escrito por María Magdalena, ni por ninguno de los demás seguidores originales de Jesús.{21}

Si queremos tener información confiable acerca de María, debemos recurrir a nuestras fuentes más antiguas, los Evangelios del Nuevo Testamento. Estas fuentes nos dicen que María era una seguidora de Jesús del pueblo de Magdala. Luego de que Jesús echara siete demonios de ella, ella (junto con otras mujeres) ayudó a apoyar su ministerio (Lucas 8:1-3). Fue testigo de la muerte, sepultura y resurrección de Jesús, y la primera en ver al Cristo resucitado (Mateo 27:55-61; Juan 20:11-18). Jesús llegó a confiarle el anuncio de su resurrección a sus discípulos varones. En este sentido, María fue una «apóstol» para los Apóstoles.{22} Esto es todo lo que nos dicen los Evangelios acerca de María.{23} Claramente, fue una mujer importante. Pero no hay nada que sugiera que fue la esposa de Jesús o que Jesús quería que ella liderara la iglesia.

Pero, ¿no indica El Evangelio de Felipe que María y Jesús estaban casados? Echemos una mirada.

¿Se casó Jesús? (Primera parte)
La evidencia textual más fuerte que tenemos de que Jesús y María Magdalena estuvieron casados viene de El Evangelio de Felipe. Por lo tanto, no nos sorprende que Leigh Teabing, el historiador ficticio de El Código Da Vinci apele a este texto. La sección de este evangelio citado en la novela dice lo siguiente:
Y la compañera del Salvador es María Magdalena. Cristo la amó más que todos los discípulos y solía besarla frecuentemente en la boca. Los demás discípulos se ofendieron por esto y expresaron su desaprobación. Le dijeron: «¿Por qué la amas a ella más que todos nosotros?» (246).

Note que la primera frase se refiere a María como la compañera del Salvador. En la novela, Teabing remata su argumento de que Jesús y María estuvieron casados diciendo: «Como le dirá cualquier estudioso del arameo, la palabra compañera, en esos días, significaba, literalmente, cónyuge» (246). Esto parece ser evidencia bastante fuerte. Después de todo, ¿podría haber estado Jesús casado?

Es importante notar que este evangelio fue escrito originalmente en griego.{24} Por lo tanto, lo que quería decir la palabra «compañera» en arameo es irrelevante. Aun en la traducción copta que se encuentra en Nag Hammadi, hay una palabra tomada prestada del griego (es decir, koinonos) detrás de la palabra que se traduce como «compañera». Darrell Bock señala que esta palabra puede significar «esposa» o «hermana» en un sentido espiritual, pero «no es el término típico o habitual para ‘esposa’ en griego».{25} Por cierto, koinonos se usa más frecuentemente en el Nuevo Testamento para referirse a «socio» o «compartidor». Lucas usa este término para describir a Santiago y Juan como los «socios» comerciales de Pedro (Lucas 5:10). Por lo tanto, en oposición a la afirmación de Teabing, la declaración de que María era la «compañera» de Jesús no demuestra, de ninguna manera, que era su esposa. Pero ¿qué podemos decir de la declaración siguiente: «Cristo la amó a ella . . . y solía besarla frecuentemente en la boca»?

Primero, esta parte del manuscrito está dañada. En realidad, no sabemos dónde Cristo besaba a María. Por cierto, algunos creen que «era besada en la mejilla o la frente, ya que cualquiera de las palabras encaja en el corte».{26} Segundo, aun cuando el texto dijera que Cristo besaba a María en la boca, no significaría que hubiera algo sexual involucrado. La mayoría de los eruditos concuerdan en que los textos gnósticos contienen mucho simbolismo. Por lo tanto, leer este tipo de textos literalmente es leerlos incorrectamente. Finalmente, independientemente de la intención del autor, este evangelio recién fue escrito en la segunda mitad del tercer siglo, más de doscientos años después del tiempo de Jesús.{27} En consecuencia, la referencia a que Jesús besaba a María es muy probablemente no confiable históricamente.

El Evangelio de Felipe ofrece evidencia insuficiente de que Jesús estuvo casado. Pero, ¿no hubiera sido raro que Jesús permaneciera soltero?

¿Se casó Jesús? (Segunda parte)
Las dos personas más cultas de El Código Da Vinci dicen que un Jesús no casado es altamente improbable. Leigh Teabing, el historiador ficticio, dice: «Jesús, como hombre casado, tiene infinitamente más sentido que nuestra visión bíblica tradicional de Jesús como soltero» (245). Robert Langdon, profesor de Simbología Religiosa de Harvard, concuerda:

Jesús era judío, y el decoro social durante ese tiempo prácticamente prohibía que un hombre judío no se casara. Según la costumbre judía, el celibato era condenado . . . Si Jesús no se casó, al menos uno de los Evangelios de la Biblia lo hubiera mencionado y habría ofrecido alguna explicación de su condición antinatural de soltería (245).
¿Es cierto esto? ¿Qué podemos decir en respuesta de estas afirmaciones?

En su próximo libro, Breaking the Da Vinci Code, Darrell Bock argumenta persuasivamente que un Jesús no casado no es para nada improbable.{28} Por supuesto, es muy cierto que la mayoría de los hombres del tiempo de Jesús sí se casaban. Es cierto, también, que el matrimonio era considerado frecuentemente como una obligación humana fundamental, especialmente a la luz de la orden de Dios de «Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra…» (Génesis 1:28). No obstante, para el primer siglo había excepciones reconocidas y aun elogiadas a esta regla general.

Filón de Alejandría, el escritor judío del primer siglo, describió a los esenios como aquellos que «repudian el matrimonio . . . porque ninguno de los esenios se casa jamás con una esposa».{29} Es interesante que los esenios no solo escaparon la condenación por su celibato, sino que eran admirados frecuentemente. Filón escribió, también: «Este es, ahora, el envidiable sistema de vida de estos esenios, de forma que no solo personas individuales sino aun reyes poderosos admiran a los hombres, veneran su secta, y aumentan . . . los honores que les confieren». {30} Esta citas revelan claramente que no todos los judíos del tiempo de Jesús consideraban que el matrimonio era obligatorio. De hecho, quienes buscaban evitar el matrimonio por razones religiosas eran a menudo admirados antes que condenados.

Es importante recordar que la Biblia no condena la soltería en ninguna parte. Por cierto, elogia a los que escogen permanecer solteros para dedicarse plenamente a la obra del Señor (ej: 1 Corintios 7:25-38). En Mateo 19:12, Jesús explica que algunas personas «no se casan para dedicarse sólo a trabajar en el reino de Dios» (La Biblia en Lenguaje Sencillo). Concluye diciendo: «Por eso, esta enseñanza es sólo para quienes decidan vivir así». Es prácticamente cierto que Jesús había decidido vivir así. Había renunciado al matrimonio para dedicarse plenamente a la obra de su Padre celestial. Es más, dado que había un antecedente en el primer siglo de hombres judíos que permanecían solteros por razones religiosas, la soltería de Jesús no hubiera sido condenada. En oposición a las afirmaciones de El Código Da Vinci, hubiera sido completamente aceptable que Jesús no se hubiera casado.

Los primeros seguidores de Jesús, ¿proclamaron su deidad?
Hemos considerado la afirmación de El Código Da Vinci de que Jesús se casó y vimos que era deficiente. Pero, ¿por qué hemos dedicado tanto tiempo a este tema? Mark Roberts señala que «la mayoría de los que proponen la tesis de que Jesús se casó tienen una intención oculta. Están intentando quitar a Jesús su condición de único, y especialmente su deidad»{31} Esto, ciertamente, se cumple en El Código Da Vinci. No solo cuestiona esta novela la deidad de Jesús al aducir que se casó, ¡sino que sostiene que sus primeros seguidores nunca creyeron siquiera que fue divino! Según Teabing, la doctrina de la deidad de Cristo fue producto originalmente de una votación en el Concilio de Nicea. Asevera, además: «hasta ese momento de la historia, Jesús era considerado por sus seguidores como un profeta mortal . . . un gran y poderoso hombre, pero un hombre al fin de cuentas» (233). ¿Verdadero o falso? Los primeros seguidores de Jesús, ¿realmente creían que era solo un hombre?
El Concilio de Nicea se reunió en 325 d.C. Para entonces, los seguidores de Jesús ya habían estado proclamando su deidad por casi tres siglos. Nuestras fuentes escritas más antiguas sobre la vida y las enseñanzas de Jesús se encuentran en el Nuevo Testamento. Estos documentos del primer siglo afirman repetidamente la deidad de Cristo. Por ejemplo, en su Carta a los Colosenses, el apóstol Pablo declaró: «Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo» (Colosenses 2:9; ver también Romanos 2:5; Filipenses 2:5-11; Tito 2:13). Y el Evangelio de Juan dice de Jesús: «En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios… Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros» (Juan 1:1, 14).

Además del Nuevo Testamento, hay también afirmaciones de la deidad de Jesús en los escritos de los Padres de la Iglesia prenicenos. Por ejemplo, a principios del siglo segundo, Ignacio de Antioquía escribió de «nuestro Dios, Jesús el Cristo».{32} Pueden encontrarse afirmaciones similares en todos estos escritos. Hay también un testimonio no cristiano del segundo siglo de que los cristianos creían en la divinidad de Cristo. En una carta de Plinio el Joven al emperador Trajano, fechada alrededor de 112 d.C., Plinio dijo que los primeros cristianos «tenían la costumbre de reunirse en cierto día fijo . . . en el cual cantaban . . . un himno a Cristo, como a un dios».{33}

Está claro que los cristianos creían en la deidad de Cristo antes del Concilio de Nicea. También está claro que la mayoría de las teorías sobre Jesús y la iglesia primitiva de El Código Da Vinci son falsas. Si le interesa explorar más estos temas, le recomiendo calurosamente el libro de Darrel Bock, Breaking the Da Vinci Code.

Notas
Lea más acerca de esto en www.filmrot.com/articles/filmrot_news/004089.php (January 15, 2004).
Dan Brown, The Da Vinci Code (New York: Doubleday, 2003), 1.
Vea, por ejemplo, Sandra Miesel, «Dismantling the Da Vinci Code,» at www.crisismagazine.com/september2003/feature1.htm y James Patrick Holding, «Not InDavincible: A Review and Critique of The Da Vinci Code,» at www.answers.org/issues/davincicode.html.
Philip Schaff and Henry Wace, eds., Nicene and Post-Nicene Fathers (Reprint. Grand Rapids, Eerdmans, 1952), 1:549, citado en Norman Geisler and William Nix, A General Introduction to the Bible: Revised and Expanded (Chicago: Moody Press, 1986), 282.
Para más información, ver Geisler and Nix, A General Introduction to the Bible, 390.
Lee Strobel, The Case for Christ (Grand Rapids, Michigan: Zondervan, 1998), 25.
Ibid., 39-40.
Ibid., 40.
Darrell Bock, Breaking the Da Vinci Code (Thomas Nelson Publishers, 2004), 52 (copia manuscrita previa a la publicación).
Ibid., 62-63. Ver también The Coptic Apocalypse of Peter and The Second Treatise of the Great Seth en Bart Ehrman, Lost Scriptures: Books That Did Not Make It Into The New Testament, (New York: Oxford University Press, 2003), 78-86.
Por ejemplo, The Coptic Gospel of Thomas (saying 1), en Ehrman, Lost Scriptures, 20.
Bock, Breaking the Da Vinci Code, 63.
Bart D. Ehrman, Lost Christianities: Christian Scriptures and the Battles Over Authentication (Chantilly, Virginia: The Teaching Company: Course Guidebook, part 2, 2002), 37.
Ehrman, Lost Scriptures, 341.
F.F. Bruce, «Canon,» en Dictionary of Jesus and the Gospels, eds. Joel B. Green, Scot McKnight and I. Howard Marshall (Downers Grove, Illinois: InterVarsity Press, 1992), 95.
Ibid., 95-96.
Ibid., 96.
Bock, Breaking the Da Vinci Code, 25-26. Me he apoyado fuertemente en el análisis del Dr. Bock en esta sección.
Ibid., 116-17.
Bart Ehrman, Lost Scriptures, 35.
Dan Brown, The Da Vinci Code (New York: Doubleday, 2003). En la página 247 leemos: «Sophie no había sabido que existía un evangelio en palabras de Magdalena».
Un «apóstol» puede referirse simplemente a «uno enviado» como emisario o mensajero. María fue una «apóstol» en este sentido, ya que fue enviada por Jesús para decir a los discípulos que Él había resucitado.
Para más información, ver Bock, Breaking the Da Vinci Code, 16-18.
Ehrman, Lost Scriptures, 19.
Bock, Breaking the Da Vinci Code, 22.
Ibid., 21.
Ibid., 20.
En esta sección me he apoyado fuertemente en el capítulo 3 del libro de Dr. Bock, Breaking the Da Vinci Code, pp. 40-49 (copia anterior a la publicación).
Philo, Hypothetica, 11.14-17, citado en Bock, Breaking the Da Vinci Code, 43.
Ibid., 44.
Mark D. Roberts, «Was Jesus Married? A Careful Look at the Real Evidence,» en www.markdroberts.com/htmfiles/resources/jesusmarried.htm, January, 2004.
Ignatius of Antioch, «Ephesians,» 18:2, citado en Jack N. Sparks, ed., The Apostolic Fathers, trans. Robert M. Grant (New York: Thomas Nelson Publishers, 1978), 83.
Pliny, Letters, transl. by William Melmoth, rev. by W.M.L. Hutchinson (Cambridge: Harvard Univ. Press, 1935), vol. II, X:96, citado en Habermas, The Historical Jesus, 199.
© 2004 Probe Ministries. Todos los derechos reservados.

Traducción: Alejandro Field

EL CID EN REQUENA

Filed under: El Cid en Requena — inpema at 2:04 pm on jueves, diciembre 4, 2008

Cuenta la leyenda que fue en Requena donde se concertaron los matrimonios de las hijas del Cid, Sol y Elvira, con los condes de Carrión, Fernando y Diego, especulándose, incluso, que la entrevista fue preparada por el propio rey Alfonso VI, en el denominado Palacio del Cid, que forma asimismo parte del conjunto histórico antes citado.

     Del paso de Rodrigo Díaz de Vivar por Requena, da cuenta, entre otros, el estudio de Menéndez Pidal en «La España del Cid».

 

 

 

CAMINO DEL CID (VALENCIA)

 

 

El entorno vital en el que se mueve el Cid desde su destierro de Burgos hasta la conquista de Valencia, según los relatos del Cantar, engloba tierras de hoy cuatro comunidades autónomas: Castilla y León, Castilla-La Mancha, Aragón y Comunitat Valenciana, y ocho provincias.

 

Son tierras, en gran parte, que antaño –en la época del Cid-, se conocieron como de la extremadura castellana, tierras al sur del Duero, frantera entonces de los reinos cristianos y musulmanes de España. Tierras cantadas por los juglares de la Edad Media, junto a las hazañas del Cid, en un esfuerzo colectivo por ir ganando terreno para el reino cristiano, y que los oyentes escuchan con agrado, dejando vagar su imaginación por lugares desconocidos que dan aliento a su esperanza.

 

 

En este espíritu que animó hace tantos años al anónimo juglar autor del Cantar de Mío Cid, a atravesar media Península, las Diputaciones Provinciales de Burgos, Soria, Guadalajara, Zaragoza, Teruel, Castellón, Valencia y Alicante, invitan hoy, a recorrer aquellos lugares, en los que el paso del tiempo no ha borrado el recuerdo del héroe castellano y cuya presencia se mantiene aún viva en los numerosos lugares por los que el Cid, “el que en buena hora nació”, pasó con sus mesnadas, en aquél ir y devenir de sus interminables correrías.

 

Numerosos son los testimonios de la presencia de Rodrigo Díaz de Vivar en las Provincias por donde pasó, en las que el Cantar sitúa lugares evocadores, ciudades, villas, pueblos y hermosos paisajes en los que lo épico se funde con un rico patrimonio histórico, artístico y natural, casi por descubrir. Lugares que esconden todavía hoy el misterio de otros tiempos y otros paisajes. Desde este apartado de nuestra página web, les invitamos a conocer esta Ruta del Camino del Cid, a su paso por la Provincia de Valencia.

 

 

«Grandes son los alborozos que corren por el lugar, cuando el Cid ganó valencia y al fin entró en la ciudad. Los que llegaron a pie, ya sobre caballo van; el oro y la plata, ¿quién era capaz de contar?. Todos eran ricos cuando entraron en la ciudad. Mío Cid la quinta parte de botín mandó tomar; en monedas acuñadas treinta mil marcos le dan, y de las otras riquezas, ¿quién las podría contar? ¡Qué alegre está Mío Cid con cuantos con él están, cuando en lo alto del Alcázar vieron su enseña ondear!»

(Cantar 1211)

 

«Fue jueves, 15 de junio, cuando el Cid tomó posesión de Valencia, después de un cerco de diecinueve meses y medio…» 

Así lo quiere la historia. Un jueves, 15 del mes de junio del año 1094, Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, conquistaba Valencia a los almorávides. Concluía así un largo proceso que había comenzado trece años antes en Burgos con su destierro.

 

Durante cinco años, hasta su muerte en 1099, el Cid gobierna Valencia, «Valencia la clara», cantada por poetas y descrita por geógrafos árabes, y extiende su dominio por las inmensas y feraces tierras valencianas – Sagunt, Almenara, Cullera, Xátiva, Gandia -, a orillas del Mediterráneo.

 

Un vasto territorio de castillos y fortalezas, un marco envidiable que hoy, nueve siglos después, el Cantar nos invita a redescubrir en esta Comunidad Valenciana, rica en paisajes, cultura y patrimonio.

 

En esta sucesión de eventos, que culminan con la muerte del Cid en el año 1099 en Valencia, diversos lugares de la provincia tuvieron relevancia. En particular los castillos de Sagunt, Lliria, Alpuente o Xàtiva, y las fortalezas que controlan la defensa de la ciudad y límites del territorio valenciano.

 

La vía de acceso fue tradicionalmente la ruta de Aragón, donde parece ser, siempre mantuvo relaciones económicas. En este eje, el Camp de Morvedre tenía dos enclaves de interés, ambos citados en el Cantar; el Castell de Torres Torres y la ciudad histórica de Murviedro (actual Sagunt), dotada de un castillo cuasi inexpugnable.

 

«Después se volvió a Murviedro, que ganado tiene ya…»

 

La comarca de L´Horta es un llano litoral de gran productividad agrícola. En su seno se instala la ciudad de Valencia, centro político, económico y administrativo de la amplia y rica Taifa. Su defensa se estructura en torno a una serie de fortalezas de mayor o menor tamaño a las que se asocian alquerías.

 

«Con su mujer y sus hijas el Cid al Alcázar va; Ven a Valencia extenderse, a una parte la ciudad, y por la otra extenderse ante sus ojos el mar». (Cantar,1610)

 

 

Destaca al norte el promontorio de El Puig o Castillo de Yuballa, ocupando una posición estratégica, y las alquerías de Torrent (visitada por el Cid en 1089 antes de entrar en la ciudad), Pigacen (Picassent) y Frenales (Pobla de Farnals), donadas, estas últimas a la Catedral de Valencia en 1098.

 

Queda el recuerdo de Rodrigo Díaz en Valencia, en la Puerta de Serranos, construida en 1238 sobre otra anterior árabe por la , según la tradición entró el Cid en Valencia y no muy lejos la catedral, construida en el lugar donde estuvo emplazada la mezquita de la ciudad mora.

 

En el territorio septentrional de la provincia, el Camp del Túria, de camino a la comarca de los Serranos, también se organiza en una compleja red de ciudades-castillo y alquerías asociados de nuevo a torres o pequeñas fortalezas. El núcleo principal, en el centro de la comarca, está la histórica ciudad de Lliria, citada en varias ocasiones como castillo tributario del Cid.

 

Por el norte en las estribaciones de Calderona, poseen cierta importancia en los hechos del Cid, una serie de fortalezas que controlan las vías de acceso a la ruta aragonesa.

 

Destacan el castell de Al-Maimo o Castell de Olocau, tomado en el año 1094, tras la Batalla de Quart.

 

«Una vez que hubo acampado en el puerto de Alucat…».

 

Los serranos, antigua Taifa de Alpuente dominada por los Beni-Cossi entre 1030 y 1093, se organizan en torno a diversos castillos, como los de Alpuente o Chelva.

 

La Plaza de Requena también fue visitada por el Cid. Durante algunos meses de 1089 residió en Requena, donde se conservan importantes restos de la época, y un palacio, denominado del Cid, construido, supuestamente, sobre el que ocupó. En la Hoya de Buñol, más cerca de Valencia tomó Alborache en 1094 y su esposa, doña Jimena, se alojó en Siete Aguas cuando abandonaba Valencia tras la muerte de su marido en el año 1102.

 

«Dejó este siglo mío Cid, que fue en Valencia señor, día de Pentecostés; ¡de Cristo alcance el perdón!» Cantar,3726

 

En el sector meridional, la Ribera Alta y Baja, son transitadas en varias ocasiones. Destaca la ciudad de Alzira a orillas de río Xúquer, los castillos de Cullera y Corbera, así como la alquería de Almussafes, donde se instaló el ejercito almorávide, en un intento de tomar la ciudad en 1093.

 

«Hasta llegar a Cullera y, luego, llegar a Játiva…»

 

La frontera sur natural a sus dominios la constituyen las comarcas de la Costera y Vall d´Albaida, por el interior, y la Safor por la costa. Se cita la ciudad de Xátiva, «tanto les pesara en Játiva…», en la falda del monte Vernissa donde fue edificado el castillo desde el que puede contemplarse la belleza de la ciudad y sus alrededores. Y otros lugares como Ontinyent y las fortalezas de Peña Caudiella, reedificada por el Cid, en la Sierra de Benicadell, Bairén (actual Gandia) y Gebalcobra (actual Tavernes de la Valldigna).

 

 

 

 

Los caminos valencianos del Cid: De Benisano a la taifa de Alpuente

El “Camino del Cid” puede transformarse en uno de los principales itinerarios turístico-culturales de España. La mencionada ruta comprende un recorrido por ocho provincias, concretamente las de Burgos, Soria, Guadalajara, Zaragoza, Teruel, Castellón, Alicante y Valencia, y está basado en una obra literaria: “El Cantar de Mío Cid”, considerada como una de las piezas clave del inicio de la literatura en lengua castellana.

 

 

 

Panorámica de Alpuente. / LUIS TIMÓN

09.10.07 – 10:22 – JUAN ANTONIO CALABUIG/ ZONA LP (10/03/2006)

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Precisamente para tratar del “Cantar de Mío Cid” y del itinerario turístico-cultural inspirado en esa obra anónima, se reunirán en Valencia la próxima semana los presidentes de las ocho corporaciones provinciales, que decidieron crear un consorcio cuyo objetivo fundamental es la promoción del “Camino del Cid”. Se pretende organizar con todo detalle la conmemoración del octavo centenario del “Cantar de Mío Cid”, que se desarrollará a lo largo de 2007 y que contará también con el respaldo institucional de las cuatro comunidades autónomas implicadas –Castilla y León, Aragón, Castilla- la Mancha y la Comunidad Valenciana-, gobernadas por partidos políticos de distinto signo, sin que ello haya supuesto ningún obstáculo para que saliera adelante un proyecto tan interesante desde diferentes puntos de vista.

 

 

Se confía, por parte del consorcio, en que el Gobierno Central apoye también el octavo centenario del “Cantar de Mío Cid”, declarándolo “acontecimiento de especial interés público”, al igual que se hizo con otros eventos, como el “Cuarto Centenario de Don Quijote de la Mancha” (2005), el “Fórum de las Culturas” (Barcelona, 2004), “Salamanca, Capital Europea de la Cultura (2002)” o el “Xacobeo”. Además, resulta evidente que “El Camino del Cid”, inspirado en el “Cantar”, es un itinerario digno del máximo respaldo, porque integra los esfuerzos de cuatro comunidades autónomas y de ocho diputaciones provinciales para dar a conocer el patrimonio histórico-artístico, los recursos naturales, la cultura, la artesanía, la gastronomía y las tradiciones de sus respectivos territorios.

 

 

En lo que se refiere a la Comunidad Valenciana, el “Camino del Cid” abarca un eje principal que enlaza el norte de Castellón (Morella) con el sur de Alicante (Elx-Orihuela), pasando por Valencia y otras poblaciones, como Sagunto, El Puig, Cullera, Alzira, Xàtiva, Ontinyent, Bocairent, Banyeres de Mariola, Biar, Villena, etc. Además, se incluyen en el “Camino del Cid” otros anillos temáticos, complementarios del eje principal, y que abarcan una serie de poblaciones que, aunque no fueran mencionadas en la obra literaria del “Cantar”, sí que están ligadas por la realidad histórica a la figura de Rodrigo Díaz de Vivar, como Alpuente o Requena, en la provincia de Valencia. El presidente de la Diputación de Valencia, Fernando Giner, y el diputado de Turismo, Antonio García Serra, nos indicaban que “nuestra corporación provincial se ha comprometido a promocionar estos municipios del interior, junto a otros de las comarcas de l’Horta, el Camp de Túria, la Hoya de Buñol, la Serranía del Turia y Requena-Utiel, agrupándolos en el denominado “Anillo de la Taifa de Alpuente y el Camino de Castilla”.

 

 

El próximo martes, 14 de marzo, parte de la jornada de los participantes en la reunión del Consorcio del Camino del Cid (organizada por la Diputación de Valencia), tendrá por escenario Benisanó, un pequeño municipio del Camp de Túria presidido por la silueta del castillo medieval, construido en torno a la gran torre árabe de la antigua alquería situada a muy pocos kilómetros de Llíria. La fortaleza de Benisanó conserva la estructura típica de las sólidas construcciones militares musulmanas, que fueron respetadas y complementadas por nuevas edificaciones y murallas cristianas, en estilo gótico. El castillo de Benisanó fue adquirido hace diez años por el Ayuntamiento a los particulares que tenían su propiedad (marqueses de Monistrol), iniciando a continuación una serie de obras de restauración que permiten ya incluir la visita a esta fortaleza como un buen consejo turístico. Además, en las inmediaciones del castillo y del recinto amurallado de Benisanó se hallan dos magníficos referentes de la buena cocina popular valenciana (restaurantes “Levante” y “Rioja”).

 

 

Vamos a tratar de sintetizar el contenido del indicado “Anillo de la Taifa de Alpuente y del Camino de Castilla”, recurriendo para ello a un especialista, Gerson Beltrán, quien, a pesar de su juventud, es ya un veterano conocedor del “Camino del Cid”, al haber intervenido como colaborador de la Diputación de Valencia en la concreción de su trazado, en la organización de magníficas exposiciones y en la elaboración de un interesante “Plan Director”, que necesita ser complementado con la imprescindible señalización.

 

 

El “Anillo de la Taifa de Alpuente y del Camino de Castilla” comprende, además de Benisanó y de Llíria, otras localidades situadas junto al eje básico del río Túria, como Casinos, Villar del Arzobispo, Calles, Chelva, Tuéjar y Titaguas, hasta llegar a Alpuente. Resaltamos la importancia del patrimonio monumental de Lliria, que ya había sido una población muy poderosa en tiempos de los íberos (Edeta) y de los romanos, reafirmándose su relevancia durante la dominación árabe. En Llíria merece la pena dedicarle tiempo a visitar su Museo Arqueológico y su centro histórico (iglesias de la Sang y de la Asunción), “Forn de la Vila”, Palacio Municipal, Monasterio de Sant Miquel, etc. Llíria, además, es punto de conexión con el ramal del “Camino del Cid” que enlaza El Puig con Náquera, Serra y Olocau, a través de la Sierra Calderona. En Calles y Chelva nos encontraremos con el acueducto romano de Peña Cortada. No nos olvidemos, además, de visitar en Chelva sus barrios (árabe y judío) del Arrabal y de Benacacira y, en los alrededores, el Pico del Remedio y la Ruta del Agua, que nos acerca hasta el río Túria. Y llegamos a Alpuente, que fue capital de un reino taifa durante la dominación árabe. Según la “Historia Roderici”, en el año 1089 el Cid “entró en la montaña de Alpuente y luchó con coraje y la humilló. Y estuvo allí no pocos días. Y así, saliendo de aquel lugar, entró en su campamento de Requena, donde estuvo muchos días…”

 

 

Aconsejamos a nuestros lectores que disfruten de la belleza de los paisajes de la Serranía del Turia, dedicando especial atención a Alpuente, cuya villa conserva un interesantísimo patrimonio arquitectónico, con sorprendente sabor medieval: la “Aljama” árabe, los restos del que fue inexpugnable castillo, el horno medieval, la iglesia de Nuestra Señora de la Piedad, el acueducto de los Arcos, el taller de restauración de fósiles de dinosaurios, etc.

 

 

Desde Alpuente, el “Camino del Cid” nos lleva hasta Requena por Sinarcas y Utiel (aunque el amante del senderismo puede optar por el GR-7, que discurre en sentido norte-sur, entre Chelva, Benagéber, Chera y Requena). Requena era también una importante plaza fuerte árabe, y en su céntrico barrio de la Villa subsiste la Torre del Homenaje de su gran fortaleza, así como parte del recinto amurallado, el laberinto de cuevas subterráneas, el llamado Palacio del Cid, etc. Según las crónicas (“Historia Ruderici”, por ejemplo), Rodrigo Díaz de Vivar permaneció “muchos días” en Requena, de donde partió en dirección a Xàtiva. Desde Requena en dirección a Valencia, el “Camino del Cid” pasa, entre otras poblaciones, por Siete Aguas, Buñol, Macastre, Godelleta, Torrent, Picanya, etc. En Quart de Poblet tuvo lugar una gran batalla, en donde el Cid venció por vez primera a los almorávides, consolidando su dominio sobre Valencia, ciudad en la que murió Rodrigo Díaz de Vivar en el mes de julio del año 1099. el regreso a la capital del Turia por parte de quienes recorren este itinerario del “Camino del Cid” se efectúa, precisamente, por la avenida del Cid, aunque, curiosamente, para encontrar la estatua ecuestre del famoso guerrero castellano haya que llegar hasta la confluencia de la plaza de España con la avenida de Ramón y Cajal. El Cid, a caballo de Babieca, empuñando la Tizona y acompañado de doña Jimena, es uno de los más famosos personajes de la historia de España, envuelto en leyendas, que han dado pie a numerosas obras literarias, teatrales, cinematográficas y televisivas. Ahora, el Cid inspira, nueve siglos después de su muerte, una ruta turístico-cultural que enlaza toda la Comunidad Valenciana con Aragón y las dos Castillas.