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LITERATURA ROMÁNTICA

Filed under: Sin categoría — inpema at 2:03 pm on jueves, febrero 26, 2009  Tagged

Enrique Rubio, en la introducción de una obra de Larra dice: “Lo más significativo y característico de la obra de Larra es, sin lugar a dudas, su producción periodística. Se trata de un escritor que ocupa uno de los lugares más privilegiados de nuestra literatura gracias al periodismo. Los repertorio bibliográficos hablan por sí solos ocupando un personaje elevadísimo los estudios dedicados a sus artículos”.

Por su parte, Gregorio Torres Nebreda, en la introducción de una obra de Zorrilla, comenta: “En el casón del Buen Retiro madrileño se puede contemplar un cuadro de grandes dimensiones, debido al final de A. M.”.

ROMANTICISMO Y AUTORES ROMÁNTICOS

Filed under: Sin categoría — inpema at 2:16 pm on jueves, diciembre 4, 2008  Tagged

El Romanticismo fue un movimiento artístico, literario e ideológico que se produjo en la primera mitad del siglo XIX. fue una ruptura con el normativismo neoclásico y su principio básico fue la libertad de creación. En España tuvo su apogeo entre 1835 y 1850, aunque este movimiento surgió años antes entre Inglaterra y Alemania, pero el  absolutismo de Fernando VII impidió el desarrollo del Romanticismo en nuestro país y lo retrasó frente al europeo. Los intelectuales progresistas se vieron obligados a exiliarse, y sólo a su regreso (a partir de 1833) se afianzaron las nuevas ideas románticas, que estos exiliados habían conocido de primera mano en ciudades como Londres o París.

 

 

 

     El Romanticismo español duró relativamente poco. Suelen señalarse los años 1835 (estreno de Don Álvaro del Duque de Rivas) como fecha de inicio, y 1849 (estreno de la obra de José Zorrilla Traidor, inconfeso y mártir) como fecha fin.

 

   Sus orígenes son complejos, tanto socialmente como filosóficamente. se produce con un cierto retraso con respecto al resto de Europa. Por esta razón (motivo de que los literatos españoles de la época sólo tomaran lo superficial de este movimiento) se dice que los románticos españoles no alcanzan la calidad literaria que consiguieron los principales románicos europeos.

 

   Sus puntos más destacables son:

 

 

 

· La vuelta a la Edad Media con la revitalización de la poesía caballeresca y feudal.

 

· Anticlasicismo.

 

· Exaltación de la fantasía, el exotismo, los países lejanos e incluso lugares imaginarios.

 

· El idealismo y los sentimientos apasionados.

 

· Huida del normativismo neoclásico.

 

· Temas principalmente amorosos, religiosos y sobre la vida y la muerte.

 

 

 

 

 

   La lírica romántica española comienza con la publicación de las poesías de Zorrilla, en 1837, y termina sobre el año 1850. Entre estos años se publican las obras líricas de los autores más reconocidos, como son Espronceda, Zorrilla o el Duque de Rivas.

 

   El Romanticismo continúa en dos líneas, una más intimista (Bécquer y Rosalía de Castro principalmente) y otra con elementos más tópicos.

 

 

 

   En cuanto a la forma, el romanticismo supuso un cambio de léxico, de imágenes poéticas y, sobre todo, de métrica. El léxico romántico está relacionado con las actitudes propias de la época, como son el pesimismo, la melancolía, la frustración…

 

   El cambio métrico que hemos mencionado es bastante importante. Se utilizan estrofas y versos más bien populares. La mezcla de versos y estrofas en los poemas es muy frecuente.

 

   Los temas tratados son principalmente el amor y la religión, y se da una gran importancia a lo narrativo, como las leyendas y los romances, que ocupan un lugar importante en el movimiento romántico tanto si parten de elementos históricos como fantásticos.

 

Espronceda

 

 

 

   

 

 

    José de Espronceda Delgado nació el 25 de marzo de 1808 en Almendralejo (Badajoz),que pertenece a Extremadura (España). Le fueron impuestos los nombres de José Ignacio Javier

Oriol Encarnación. Sus padres, Juan José Camilo de Espronceda y Pimentel, militar y María del Carmen Delgado y Lara. Espronceda tuvo tres hermanos más, pero murieron al poco tiempo

de nacer.

 

    Durante sus primeros años de su vida, Espronceda experimentó el peregrinaje con su familia,

al compás de las vicisitudes de la campaña bélica. Hacia 1820 la familia se traslada a Madrid. Al año siguiente se le concedió una plaza en la Academia de Artillería de Segovia, a petición de su padre, plaza que él nunca llegó a ocupar pues estudiaba humanidades en el colegio de San Mateo, bajo la dirección de don Alberto Lista, gran poeta romántico, lo que influyó en él para decidir su inclinación hacia el estudio de las letras y hacia la ideología liberal. A los quince años, Espronceda fundó con otros jóvenes una sociedad masónico-patriótica llamada «Los Numantinos» y él fue su presidente. Cuando el régimen absolutista descubrió la existencia

de esta célula secreta, que se reunían en el sótano de una céntrica calle madrileña, encarceló a todos sus miembros. Espronceda fue condenado a cinco años de reclusión en el convento-prisión de Guadalajara, San Francisco, pero a las pocas semanas y por influencia de su padre, fue absuelto. Allí fue donde empezó a escribir el poema épico «El Pelayo». En 1826 emprende viaje a Lisboa desde Gibraltar, que por aquellos años reunía a gran cantidad de liberales españoles.

 

 

    En la capital portuguesa, Espronceda conoció a una joven de 16 años llamada Teresa Mancha, hija de un militar español emigrado a Lisboa por sus ideas liberales. En 1827 Espronceda sale para Inglaterra, país donde existía gran número de emigrados españoles. Tambíen sale para dicho país el militar Mancha con toda su familia. De allí partiría para Holanda y al poco tiempo hacia París.

   

 

    De allí el poeta intenta pasar a España con una columna de liberales al mando del guerrillero «Chapalangarra». Fracasaron totalmente en el intento y vuelve a París. De allí, en 1831 se trasladó a Londresen una vida de honrada miseria. Cuando Espronceda regresa a Londres, la situación de estrechez había conducido a Teresa a casarse con Gregorio del Bayo, rico comerciante vizcaíno-español establecido en Londres, quien le daba todo a su esposa, menos amor, puesto que le llevaba muchos años. Al reencontrarse con su amado, renació en Teresa el recuerdo de su amor en Lisboa, anidando en ambos la idea de la fuga. Teresa tenía que ir a París con su marido y allí la esperó Espronceda. En la noche del 15 de octubre de 1831 ella abandonó el hotel donde se hospedaba y se fugó con su amante. En 1833, José y Teresa se van a vivir en Madrid. Pero Teresa se fugara a Valladolid cierto día con un tal don Alfonso, abandonando a Espronceda y a Blanca, la hija de ambos. El poeta logra reunirse con ella en dicha ciudad, durando la reconciliación poco tiempo, pues Espronceda es nuevamente perseguido por sus ideas liberales y tiene que refugiarse en casa de un amigo. Teresa, siguió llevando una vida inquieta, hasta que en 1839 murió de tuberculosis, siendo enterrada de limosna en Madrid. Después, Espronceda ingresa en el cuerpo de Guardias de Corps, pero debido a la publicación de una poesía liberal-patriótica, es expulsado a Cuéllar, pueblo de Castilla la Vieja, donde escribe su única novela: «Sancho Saldaña o el castellano de Cuéllar» Vuelve a Madrid y llega a ser diputado y fundador de varios periódicos de tendencia liberal o democrática. En 1840 publica dos libros de poesías: «Poesías» y «Diablo Mundo». Al año siguiente, es destinado a la embajada española en Holanda. Al poco tiempo regresa a España, para ocupar el cargo de diputado por la provincia de Almería, y en el año 1842, un miércoles 25 de mayo, muere Espronceda a la edad de 34 años, como consecuencia de una difteria a la laringe.

 

      Toda su obra poética, ha sido dividida en tres secciones: El poema épico; las poesías líricas; sus obras dramáticas. Entre las poesías líricas destacan «Canto a Teresa», intercalado en «A Jarifa en una orgía»; «El Diablo Mundo»; «El verdugo»; «El mendigo»; «El sol»; «La Canción del Pirata»; el gran poema «El Estudiante de Salamanca»; etc.. Por último, el grupo de sus obras dramáticas, entre las que figuran «Blanca de Borbón», «Ni el tío ni el sobrino», «Amor venga sus agravios».

 

 

José Zorrilla

 

   

 

  Dramaturgo y poeta español más destacado del romanticismo español nacido en Valladolid en 1817. Cursó sus estudios en las universidades de Toledo y Valladolid.

 

  Fue un escritor muy prolífero, publicó cuarenta obras, en mayoría historias nacionales. Se dio a conocer en el entierro de Manuel José de Larra donde leyó unos versos en su memoria.

 

  En 1848 con solo treinta y un años fue elegido miembro de la Real Academia Española; dos años después se traslado a Francia y más tarde a México donde fue nombrado director del Teatro Nacional. En 1889 fue coronado como poeta laureado de España.

 

  En los versos de sus poemas se aprecia musicalidad, los cuales tratan de leyendas medievales y la época imperial de corte popular

 

    En  la épica destacó con A Buen Juez, inspirado en la leyenda toledana del Cristo de la Vega; y Granada, canto a la civilización árabe que se dio en la España medieval.

 

    Su enorme obra poética comenzó en 1837 con Poesías, le siguió Los Cantos del Trovador (1840), Recuerdos y Fantasías (1844), La Azucena Silvestre (1845) y El Cantar del Romero (1886); pero Zorrilla destacó más como autor dramaturgo.

 

  Mantuvo los esquemas teatrales del siglo de Oro español con lo que consiguió a favor del público. Algunas de sus obras fueron El Puñal del Godo (1843), Don Juan Tenorio (1844), Más Vale Llegar a Tiempo que Rondar un Año (1845), entre otras.

 

  De su prosa sobresalen en libro de memorias sobre su estancia en México llamado La Flor de los Recuerdos (1855), y su autobiografía: Recuerdos del Tiempo Viejo (1880).

 

 

  

Romanticismo (literatura), movimiento literario que dominó la literatura europea desde finales del siglo XVIII hasta mediados del XIX. Se caracteriza por su entrega a la imaginación y la subjetividad, su libertad de pensamiento y expresión y su idealización de la naturaleza. El término romántico se empleó por primera vez en Inglaterra en el siglo XVII con el significado original de ‘semejante al romance’, con el fin de denigrar los elementos fantásticos de la novela de caballerías muy en boga en la época.

 

Orígenes e inspiración

 

Hacia finales del siglo XVIII los gustos literarios en Alemania y Francia se alejan progresivamente de las tendencias clásicas y neoclásicas (véase Clasicismo). Los autores románticos encuentran su primera fuente de inspiración en la obra de dos grandes pensadores europeos: el filósofo francés Jean-Jacques Rousseau y el escritor alemán Johann Wolfgang von Goethe.

 

El espíritu romántico

 

Fue precisamente Rousseau quien estableció el culto al individuo y celebró la libertad del espíritu humano al afirmar «Siento antes de pensar». Goethe y sus compatriotas, el filósofo y crítico Johann Gottfried von Herder y el historiador Justus Möser, incidieron en aspectos más formales, colaborando en una serie de ensayos titulados Von deutscher Art und Kunst (Sobre el estilo y el arte alemán, 1773), una obra en la que ensalzan el espíritu romántico manifestado en las canciones populares alemanas, la arquitectura gótica y las obras de Shakespeare. Goethe se propuso imitar la libertad estilística de Shakespeare en su Götz von Berlichingen (1773), un drama histórico sobre un caballero rebelde del siglo XVI. La obra, que justifica la insurrección contra la autoridad política, inauguró el movimiento literario conocido como Sturm und Drang (tormenta e impulso), considerado como precursor del romanticismo alemán. En esta tradición se inscribe también la célebre novela de Goethe Las desventuras del joven Werther (1779). Esta obra, que figura entre las principales referencias del movimiento romántico, exalta los sentimientos hasta el punto de justificar el suicido por un amor no correspondido, y establece un tono y un estado de ánimo imitado por los autores románticos tanto en sus obras como en su vida personal: una tendencia al frenesí, a la melancolía, al hastío del mundo y a la autodestrucción.

 

El estilo romántico

 

El prólogo a la segunda edición de las Baladas líricas (1800), escrito por los poetas ingleses William Wordsworth y Samuel Taylor Coleridge, se considera el manifiesto literario del romanticismo. En él se destaca la importancia del sentimiento y la imaginación en la creación poética y se rechazan las formas y los temas literarios convencionales. De este modo, en el desarrollo de la literatura romántica de todos los países predomina la imaginación sobre la razón, la emoción sobre la lógica y la intuición sobre la ciencia, lo que propicia el desarrollo de un vasto corpus literario de notable sensibilidad y pasión que antepone el contenido a la forma, estimula el desarrollo de tramas rápidas y complejas y se presta a la fusión de géneros (la tragicomedia y la mezcla de lo grotesco y lo sublime), al tiempo que permite una mayor libertad estilística.

 

Las convenciones clásicas, como las famosas tres unidades de la tragedia (tiempo, espacio y acción), cayeron así en desuso, y la creciente demanda de lirismo y espontaneidad, cualidades que los seguidores del romanticismo encontraron en la poesía popular y los romances medievales, generó un enorme rechazo de la regularidad métrica, la rigidez formal y otros aspectos de la tradición clásica. En la poesía inglesa el verso libre sustituyó al pareado que dominó la poesía del siglo XVIII. Los primeros versos del drama Hernani (1830), obra del gran escritor romántico francés Victor Hugo, se alejan de las normas de versificación francesas del siglo XVIII, mientras que en el prefacio a su Cromwell (1827), un documento crítico de gran importancia en sí mismo, Hugo no sólo defiende su ruptura con la estructura dramática tradicional, sino que justifica además la introducción del elemento grotesco en el arte. Los escritores románticos sustituyeron también a los héroes universales de la literatura dieciochesca por héroes más complejos e idiosincrásicos. Gran parte del teatro, la novela y la poesía romántica se entregan a la celebración del «hombre corriente» de Rousseau.

 

Los grandes temas románticos

 

Con la difusión del movimiento romántico a los demás países de Europa, ciertos temas y actitudes, a menudo entremezclados, se sitúan en el centro de las preocupaciones de los escritores del siglo XIX.

 

Anarquismo

 

Gran parte de los movimientos libertarios y abolicionistas de finales del siglo XVIII y principios del XIX tienen su origen en conceptos de la filosofía romántica como pueden ser el deseo de liberarse de las convenciones y la tiranía, y el gran valor de los derechos y la dignidad del ser humano. Del mismo modo que los temas racionales, formales y convencionales característicos del neoclasicismo estaban abocados al rechazo, los regímenes autoritarios que favorecieron y auspiciaron este movimiento hubieron de enfrentarse inevitablemente a importantes revueltas populares. La política y los temas sociales fueron claves en la poesía y la prosa románticas en todo el mundo occidental, y fructificaron en documentos humanos, notables por su vigor y su vigencia en el mundo actual. El año de 1848 estuvo marcado en Europa por el estallido de graves revueltas políticas, y la corriente romántica fluyó con fuerza en Italia, España, Austria, Alemania y Francia.

 

En Guillermo Tell (1804), del dramaturgo alemán Friedrich von Schiller, un oscuro montañés medieval se convierte en símbolo inmortal de la lucha contra la tiranía y el gobierno extranjero. En la novela Los novios (1827), del escritor italiano Alessandro Manzoni, una pareja de campesinos derrota finalmente el feudalismo en el norte de Italia. Lord Byron y Percy Bysshe Shelley, que encarnan para los lectores de poesía inglesa la figura del poeta romántico por antonomasia (tanto en su estilo vital como en sus obras), protestaron airadamente contra los males políticos y sociales de la época y defendieron la causa de la libertad en Italia y Grecia. El poeta ruso Alexandr Serguéievich Pushkin, cuya admiración por las obras de Byron es manifiesta, alcanzó la fama con su ‘Oda a la libertad’ y como muchos autores románticos fue perseguido por subversión política y condenado al exilio.

 

El desencanto generalizado de los románticos con la organización social se plasmó a menudo en la crítica concreta de la sociedad urbana. La casa del pastor (1844), del poeta francés Alfred de Vigny, manifiesta la convicción de que una morada humilde posee más dignidad que un palacio. Anteriormente Rousseau había afirmado que las personas nacen libres, pero la civilización las encadena. Este sentimiento de opresión se expresó con frecuencia en la poesía, como revela la obra del visionario inglés William Blake, quien en su poema ‘Milton’ (c. 1808) habla de los «oscuros molinos satánicos» que comenzaban a desfigurar la campiña inglesa; o el largo poema de Wordsworth El preludio (1850), que alude a

 

«… las sofocantes y atestadas guaridas urbanas donde el corazón humano enferma».

 

Naturaleza

 

Uno de los rasgos principales del romanticismo fue su preocupación por la naturaleza. El placer que proporcionan los lugares intactos y la (presumible) inocencia de los habitantes del mundo rural se observa por primera vez como tema literario en la obra ‘Las estaciones’ (1726-1730), del poeta escocés James Thomson. Esta obra se cita a menudo como una influencia decisiva en la poesía romántica inglesa y su visión idílica de la naturaleza, una tendencia liderada por el poeta William Wordsworth. El gusto por la vida rural se funde generalmente con la característica melancolía romántica, un sentimiento que responde a la intuición de cambio inminente o la amenaza que se cierne sobre un estilo de vida.

 

La pasión por lo exótico

 

Imbuidos de un nuevo espíritu de libertad, los escritores románticos de todas las culturas ampliaron sus horizontes imaginarios en el espacio y en el tiempo. Regresaron a la edad media en busca de temas y escenarios y ambientaron sus obras en lugares como las Hébridas de la tradición ossiánica, como en la obra del poeta escocés James MacPherson (véase Ossián y baladas ossiánicas), o el Xanadú oriental evocado por Coleridge en su inacabado ‘Kubla Jan’ (c.1797). Una obra decisiva fue la recopilación de antiguas baladas inglesas y escocesas realizada por Percy Thomas; sus Reliquias de poesía inglesa antigua (1765) ejercieron una influencia notable, tanto formal como temática, en la poesía romántica posterior. La nostalgia por el pasado gótico se funde con la tendencia a la melancolía y genera una especial atracción hacia las ruinas, los cementerios y lo sobrenatural.

 

El elemento sobrenatural

 

El gusto por los elementos irracionales y sobrenaturales figura entre las principales características de la literatura inglesa y alemana del periodo romántico. Esta tendencia se vio reforzada en un sentido por la desilusión con el racionalismo del siglo XVIII, y en otro por la recuperación de una abundante cantidad de literatura antigua (cuentos populares y baladas) realizada por Percy y los eruditos alemanes Jacob y Wilhelm Karl (Grimm y el escritor danés Hans Christian Andersen o el español Gustavo Adolfo Bécquer, que tanto influyó en los poetas hispanoamericanos. A partir de estos materiales surge, por ejemplo, el motivo del doppelgänger (el doble). Muchos escritores románticos, especialmente los alemanes, se mostraron fascinados con este concepto, que en cierto modo refleja la preocupación romántica por la propia identidad. El poeta Heinrich Heine escribió un poema apócrifo titulado ‘Der Doppelgänger’ (1827); otra obra basada en el mismo tema es El elixir del diablo (1815-1816), una novela corta de E. T. A. Hoffmann; y lo mismo cabe afirmar de La increíble historia de Peter Schlemihl (1814), de Adelbert von Chamisso, un relato sobre un hombre que vende su sombra al diablo. Mucho tiempo después el gran maestro ruso Fiódor Mijáilovich Dostoievski escribió su famosa novela El doble (1846), un estudio sobre la paranoia de un modesto oficinista.

 

La coincidencia del periodo romántico con la revolución de independencia en Hispanoamérica favoreció la importación y amplia difusión del movimiento, pero no fue de «las ideas sino de los tópicos, no del estilo sino de la manera, del subjetivismo sentimental». Según un crítico moderno fue más un calco que una ideología.

 

Los patriotas hispanoamericanos que vivieron en Londres, a principios de siglo, regresaron cargados de influencias y modelos. Las señas de identidad del romanticismo hispanoamericano fueron: nacionalismo, exaltación de lo autóctono, lucha por la libertad, denuncia social y moral.

 

El declive del romanticismo

 

Hacia mediados del siglo XIX el romanticismo comienza a dar paso a nuevos movimientos literarios: los parnasianos y el simbolismo en la poesía y el realismo y el naturalismo en la prosa, pero siguió cultivándose en toda Europa y América, sin su carga original audaz, como un calco repetitivo y con gran éxito de lectores.

 

El romanticismo español

 

El romanticismo llega a España con retraso con respecto al resto de los países europeos, y no es particularmente fecundo. Su desarrollo está condicionado por la situación política marcada por el absolutismo de Fernando VII. El erudito José Joaquín de Mora, exiliado en Francia, envió a los Bochl de Faber (véase Fernán Caballero), entonces en Cádiz los primeros romances protorrománticos, y más tarde, durante su exilio en Londres (1823), junto con Alcalá Galiano y Blanco White, fue uno de los impulsores del romanticismo español. Tras la muerte del monarca y el regreso de los exiliados se señala el año de 1834 como fecha del triunfo del romanticismo en España. Se estrenan entonces La conjuración de Venecia, de Martínez de la Rosa, Macías de Larra y se publican las Poesías de Salas y Quiroga. Algunos críticos señalan el fin del auge romántico en las letras españolas hacia 1844, año del estreno del Don Juan Tenorio de Zorrilla. El principal exponente del romanticismo en España, que supo sintetizar en su vida y su obra el espíritu romántico, fue José de Espronceda, considerado por algunos el primer gran poeta español moderno. Entre sus principales obras cabe mencionar Poesías (1840), donde reúne las composiciones realizadas hasta ese momento, y El diablo mundo (1840).