SORIA
Soria es una tierra rica en leyendas, canciones, romances y danzas, todo lo contrario a la aseveración machadiana sobre los «atónitos palurdos sin danzas ni canciones» que nos endosó sin fundamento alguno llevado por su desconocimiento sobre las tradiciones sorianas, que si conocían, en cambio, Bécquer y Gerardo Diego. Las hay caballerescas, amorosas, épicas y religiosas. Son la mayoría ingénuas y el rigor histórico apenas interesa. Han surgido como agua pura y fresca del manantial del «imaginario colectivo» de nuestro pueblo a lo largo de los siglos. La sonrisa aflora inocentemente durante su lectura. El público, en general, desconoce la mayoría de ellas, por eso la “Revista de Soria” las ha acogido en este número primaveral. Helas aquí reunidas en un gran número brevemente resumidas cual «Guía Mágica» de la Soria arquetípica.
La mayoría de las leyendas que se resumen a continuación están recopiladas por Florentino Zamora en el libro Leyendas de Soria, publicado por «Las Heras». Asimismo he agregado, personalmente, una quincena de leyendas más. Quedan por citar las leyendas existentes en algunos romances publicados por Kurt Schindler en 1930 y los de Luis Díaz Viana, editados éstos últimos por la Diputación, en 1983.
Ágreda, Almarza, Vozmediano y El Royo
En Ágreda hay dos leyendas fundamentales. La Virgen de los Milagros fue descubierta por un pastor de Yanguas que servía a un caballero de Ágreda. Miguelillo, que tal era su nombre, se encuentra en las dehesas de Extremadura cuando se le aparece una «Dama Blanca» junto al río Machatel y le conduce hasta la talla de la Virgen de los Milagros. La pone encima de su jumento y retorna a su tierra con la intención de depositarla en Yanguas, pero no podrá entrar en su localidad natal ya que, milagrosamente, un caudaloso río la rodea. Entonces vuelve grupas y se encamina a Ágreda, donde llegará el día del Corpus. Su amo, una vez enterado de todos estos hechos, decide que hay que rendir culto a la imagen en la Iglesia de San Martín, que había sido restaurada por los yangüeses que repoblaron Ágreda. Esto acontecía, según algunos, en 1347.
Otra leyenda señala que, en 1527, la talla de esta virgen morena, se paró en la procesión del Corpus delante de una casa de un zapatero moro, Juan Medrano, que estaba trabajando en su interior. La puerta de su casa se abrió bruscamente y los fieles le vieron convertido en estatua.
En Almarza la ermita de la Virgen de los Santos Nuevos origina una leyenda . Dícese que un caballero rehusó la carne que se repartía entre los presentes el día de la romería y la tiró al suelo, cayendo junto a unas piedras. Este caballero enfermó gravemente al llegar a su casa y envío a un criado a recoger la carne para que hiciera con ella un caldo que, tras tomarlo, le curó. En memoria de este milagro la gente tiene la costumbre de tirar una piedras en el lugar donde arrojó la carne, lo que ha conformado un montículo.
Esta costumbre -que me recuerda la costumbre pagana de los «hermes»- se dá igualmente en otras dos poblaciones. En Vozmediano se hacía en recuerdo de un niño que se perdió cuando sus padres iban a Veruela y que fue amamantado por una loba y encontrado luego en una encrucijada.
En El Royo, unos dicen que el montículo de piedras evita que se levante el moro, y otros creen que quien yace no es un moro, sino un cura. Las piedras se arrojan al subir por la senda antigua a la ermita de la Virgen del Castillo.
Araviana, Almuerzo, Almenar, Añavieja y Armejún
El Valle del Araviana y la Sierra del Almuerzo forman parte del paisaje legendario de los Siete Infantes de Lara. Dentro del término de Cortos almuerzan los Infantes. Se les aparere la Virgen de Narros y les sugiere oir misa en Omeñaca. El pie de la Virgen, las cucharas y los platos quedarán impresos en la roca donde almorzaban. En Omeñaca entra cada Infante por un arco distinto, pasando la Virgen por el del medio, arcos que se abren milagrosamente. Y como todos sabemos, la cadena trágica originada por Doña Lambra provoca la decapitación de los Infantes «cerca de Almenar, en los campos de Araviana, a las haldas del Moncayo» tras la traición de Ruy Velázquez. Mudarra, sobrino de Almanzor e hijo natural del padre de los Infantes, Gonzalo González, vengará la afrenta matando al traidor y quemando viva a Doña Lambra.
En el campo de batalla existente entre Almenar e Hinojosa del Campo muere Don Muño Sancho de Finojosa al combatir con sus caballeros contra el moro y sin haber cumplido la promesa de peregrinación al Santo Sepulcro. Ese mismo día, en Jerusalén, le ven cumplir tal promesa junto a sus caballeros, también muertos en la escaramuza.
Almenar y Peroniel del Campo comparten el milagro del Cautivo de Peroniel y la Virgen de la Llana. Manuel Martínez, de Peroniel, está cautivo en Argel. Al término de su jornada de trabajos forzosos descansa en un arca a la que le ata con cadenas un moro que le vigila. Implora a la Virgen de la Llana y un ángel traslada por los aires al cautivo con el arca y guardián incluido hasta la ermita de la Virgen en Almenar.
En Añavieja un vaquerillo se enamora de una pastora y le regala una colodra bellamente decorada por él junto a la laguna. Poco después se queda sin trabajo y marcha a Tarazona. Pasados los años encontrará la misma colodra saliendo de una acequia. Los moros le ahorcan y la pastorcilla les maldice.
En Armejún tiene lugar una leyenda santiaguista que Gervasio Manrique sitúa en Peñalcazar. Blanca, hija de Don Nuño, alcalde del castillo de San Pedro Manrique, es raptada por Yacub-Aben-Said, quien se la lleva a la fortaleza de Armejún. Don Nuño lleva allí sus huestes y entran en batalla. Medio en vela, medio en sueños, ve el alma inmaculada de su hija que sube al cielo y a Santiago Matamoros luchando a diestro y siniestro en Clavijo. Cuando despierta ve a Santiago Peregrino arrojando una piedra con una honda hacia Armejún-Peñalcazar, piedra que se va agrandando hasta destruir el enclave moro.
Y leyenda es que Santiago Apostol pasó por tierra soriana, siguiendo la vía romana que unía Astorga con Zaragoza, tras predicar en Galicia y antes del milagro de la Virgen del Pilar, evangelizando en Uxama y Numancia.
Barahona, Beratón, Berlanga, Bordecorex, Bretún y Burgo de Osma
En Barahona hay dos leyendas: la Varona y las Brujas. La Varona es María Pérez(tiene otros nombres, a parte de éste) que, en una escaramuza, vence y toma preso al monarca aragonés Alfonso I El Batallador. El rey de Castilla, en reconocimiento, la nombra «Varona de Castilla». En cuanto a las brujas, leyenda es que en los campos de Barahona tuvieron lugar aquelarres y la toponimia así parece sugerirlo. Y por cierto que hay una “Cueva de las Brujas” entre Peñalcazar y Carabantes, así como un “Camino de Brujas” en Alcubilla de Avellaneda. También en Narros existía una Casa del Diablo en el solar sobre el cual se edificó posteriormente la “Casa de la Media Naranja”.
En Beratón ubican algunas leyendas la cueva de Caco en la que éste escondió el ganado robado a Hércules o a los habitantes de la primitiva Agreda, donde vivía Agripina, la amante de Hércules, de cuyo nombre se dice legendariamente que deriva el topónimo de Agreda. Hércules, en la leyenda, coge el monte Cauno y aplasta la cueva, originando así al Moncayo. Otras versiones dicen que no era Beratón, sino Cueva de Agreda y que Caco huyó a Italia.
En Beratón, sin duda alguna, localiza Bécquer la leyenda de la “Corza Blanca”. Garcés, montero de Don Dionís, señor de Beratón, quiere cazar una extraña corza blanca. Se interna en el monte y la ve junto a otras corzas. Creyendo que es una ensoñación ve a la hija de su señor, Constanza, de quien está enamorado, junto a otras jóvenes, semidesnudas, en un soto junto al agua, pero al ser visto se transforman en corzas. Garcés coge su ballesta y hiere a la corza blanca. Cuando se acerca a ver su trofeo se estremece de dolor al comprobar que ha herido de muerte a Constanza.
El escudo de armas de Berlanga de Duero -el anterior a la rueda de Sta. Catalina- era, según Bedoya, “un oso abrazado a una colmena con morrión y espada en la cimera con alusión a la venganza del vil tratamiento que se dice dieron los condes de Carrión yernos del Cid a sus mujeres en las inmediaciones de esta villa: representado el deshonroso lance en aquel torpe animal que ceba su saña en las débiles e indefensas abejas abandonadas en los campos”.
Francisco M. Garijo Puertas, sobre el caimán de fray Tomás de Berlanga, señala que el vulgo creía que era un lagarto que se convirtió en un gran ardacho tras engordar a base de engullir los cadáveres del cementerio. “Curiosamente, era remedio para curar el herpes de los perros y los males del corazón. Considerado como talismán, era sacado en la procesión del Corpus…Se dice que Fray Tomás donó a la colegiata un caimán vivo que era como un perrito con el dominico pero que tras su muerte atacaba a las monjas en su primera menstruación, aterrorizando así a la población, que le llamaba ardacho. El duque de Frías se le dejó a un pastor, para que lo custodiase, pero también fue devorado, y una vez suelto, el ardacho atacaba a todas las muchachas de las aldeas del entorno. Una de sus víctimas fue enterrada en el camposanto de Berlanga y sus familiares se quedaron al resguardo, con estacas y lanzas, esperando que llegase a medianoche el ardacho para comérsela del todo. Había luna llena. El ardacho acudió puntual a su última comilona pues fue apaleado, lanceado y muerto. Desde entonces cuelga, relleno el vientre con trapos de mujer, en la colegiata”.
También existe otra leyenda relacionada con fray Tomás de Berlanga y la patrona de la villa, la Virgen del Mercado. De retorno en uno de sus viajes a España aconteció que alzose una gran tempestad en el océano y todos pidieron al obispo fray Tomás que rogará a Dios por la salvación de todos, por lo que, atendiendo tales súplicas el obispo comenzó a rezar y en ese momento apareció sobre las olas una caja que, una vez recogida y abierta, emitió un gran resplandor que envolvía a su vez a la imagen de la Virgen del Mercado, y sucedió que en ese momento el mal temporal amainó y se extinguió.
En Bretún, por cierto, a las icnitas de dinosaurios las consideraban huellas de gallinas gigantes.
Una leyenda sitúa a Almanzor prisionero en Bordecorex, donde moriría hambriento y apesadumbrado. Y en Burgo de Osma la catedral es el escenario de varias leyendas. Cuenta una que se levantaron de sus tumbas los obispos San Pedro de Osma, Beltrán y Esteban, para conminar a un Obispo Simoníaco difunto a que abandonara la catedral, como así lo hizo saliendo por la Puerta de la Capiscolia; escena que está grabada en el sepulcro de San Pedro de Osma, con aparición incluída del diablo y candelabrazos que recibe el simoníaco, uno de los cuales se conserva como reliquia.
La catedral guarda, asimismo, muchas reliquias legendarias, entre las que destaca el vaso que durante siglos guardaba la sangre derramada por el “Cristo del Milagro”. Cuenta la leyenda que un gallo se subió a la cabeza del Cristo crucificado románico y que el sacristán le arrojó una piedra para espantarle, con tal fortuna que hirió su frente y comenzó a salir sangre del ojo del crucificado. Loperráez cita, por otra parte, las siguientes reliquias: «Reliquias del Templo del Señor, de la columna en que fue atado en casa de Caifás, de la piedra sobre la que sudó sangre nuestro Señor pensando en su pasión, tierra donde fue preso nuestro Señor y de la de donde subió a los cielos, de la que descansó en el pesebre, de donde lavó los pies a los discípulos…». Censa también, a finales del S.XVII, la toca de la Virgen María e incluso la vara de Moisés. Juzque la conciencia y raciocinio de cada uno si no son, éstas, otra cosa que reliquias de leyenda.
Otra leyenda digna de ser contada es la referida a la “Virgen del Espino”, encontrada por un pastorcillo en un espino que rodeaba a una torre, sobre cuyo lugar se levantaría la catedral. Cuéntase también que la Virgen de Barcebal es su «hermana» por haber sido hechas con la madera del mismo árbol.
Calatañazor, Carabantes, Caracena, Castillejo de Robledo y cuevas con tesoros
En Calatañazor quiere la leyenda que fuera vencido Almanzor en el 1002 y herido de muerte.
En las proximidades de Carabantes existía una especie de casa fuerte-granja, llamada Tobajas. Un moro secuestra a la hija del señor de Tobajas, que la buscará durante ocho días hasta que, sin esperanzas, abandona el lugar que quedaría despoblado para siempre.
En Caracena, los ojancos son gigantes con un solo ojo que vivieron por su término, de los que los lugareños afirman haber visto algunas calaveras.
En Castillejo de Robledo hay leyenda templaria. Un monje mata a su superior y huye a caballo por el camino de Valdanzo hasta que un rayo vengador le deja carbonizado.
Igualmente hay que situar en esta localidad la legendaria Afrenta de Corpes, donde fueron ultrajadas por los Condes de Carrión las hijas del Cid, Elvira y Sol, cerca de la ermita de la Virgen del Monte, del Paúl o de la Concepción, que por los tres nombres es conocida. El interior de la ermita pertenece a Castillejo de Robledo y la entrada a La Vid. Ermita que fue construída al ser hallada en tal lugar la Virgen del Monte por el rey Alfonso VII al ir a cazar al paraje de Valdosos.
Cuevas-simas con tesoros las hay en abundancia en nuestro imaginario colectivo. Tesoros diversos escondidos por los moros cuentan las leyendas que se encuentran en cuevas de la Sierra de Carcaña, entre Espejo de Tera y Tardesillas, en Molinos de Duero, San Leonardo de Yagüe, calle de Sorovega de Soria y “Cueva de Zampoña”, entre la capital y Los Rábanos. También se cree que hay un becerro de oro enterrado en Tiermes.
En Chércoles se cuenta una leyenda referida a la Venerable, sor María de Jesús de Ágreda. Dicen que siendo niña estuvo un tiempo en esta población en casa de su tío, el párroco, y que escogió una tierra y plantó azafrán. Satisfecha de su labor dijo: “te ves plantado y nunca acabado”. Y, en efecto, aunque no se cuida tal azafranal, sigue dando azagrán pese a sequías, epidemias, etc.. (Hemos visto tal azafranal y podemos atestiguar que sigue dando un excelente azafrán, plantá que también se cultiva en Serón de Nágima y Valtueña, en la provincia soriana). Se recolecta en octubre.
Pueblos abandonados
Entre Almarza y Arévalo de la Sierra se encuentra el despoblado de Mortero. Todos los habitantes menos una anciana fueron invitados a una boda. La anciana se quedó vigilando el ganado en los pastizales, y fue la única que sobrevivió al no comer los alimentos de la boda, que se cocinaron con agua de un pozo envenenado por una salamanquesa. Otra versión dice que era una bruja y que fue ella la que envenenó, despechada, el manantial. Un pastor llegaría a ver luego a los esqueletos de los muertos persiguiendo a la anciana y que, dando aullidos, se sumergió en el agua suspirando, de ahí que le llamen el “Manantial de los Suspiros”.
La muerte por agua envenenada durante una boda para explicar los despoblados suele ser un tema recurrente en Soria. Así sucede con Badorrey (Vadorrey), próximo a Quintanas de Gormaz, donde únicamente se salvó una niña a quien se le dedicó una pequeña estatua. Respecto a la extinción de Fuestelfresno, la leyenda que se cuenta en La Seca, que recogemos de labios de Leoncia es la siguiente: “hubo una boda y convidaron a todos los vecinos menos a una vieja, quien como venganza les envenenó durante el convite. Al no quedar nadie, los pueblos más cercanos, La Seca y Ventosa, dedicieron repartirse los terrenos. Soltaron unas gallinas y donde se encontraron allí se pusieron los nuevos límites. Y los santos, San Blas y Santa Bárbara, nos lo quedamos nosotros en La Seca”. “Dícese -aclaran otros vecinos-, que la vieja despechada los envenenó echando una salamanquesa venenosa”.
Reseñaremos, como curiosidad, que en este pueblo aún sobrevive un enorme roble en el que se realizaba el conjuro de la oruga el día de San Gregorio Obispo, el 9 de mayo. Luis Pacheco lo cuenta así: “Se bendecía el roble, pues se decía que así se mataba la oruga, toto tipo de orugas. Le daba el cura cuatro sopazos de agua bendita, nos echábamos unos tragos de vino y para casa. Cada dos años se repetía el ritual para bendecir los campos el día de San Antonio”.
Lérida es un despoblado próximo a Retortillo abandonado por una invasión de hormigas; sus tres últimos habitantes fallecieron al intentar llegar a la calzada romana, siendo enterrados en los parajes de el “Cantón de la Cruz” y el “Mojón”. Y hasta se dice que el topónimo de la provincia catalana, Lérida, procede de los habitantes de este pueblo soriano.
En Masegoso un sargento que había sido descubierto al tratar de engañar a la población disfrazado de fantasma, mata celoso a Manuel que se iba a casar con Adela y echa sapos negros venenosos a la fuente, en la que beberán todos los vecinos al día siguiente[la leyenda se representa teatralmente en Masegoso durante el verano, desde 2001].
En Santo Domingo sucede algo parecido al guisarse los condimentos con agua de la “Fuente del Sapo”; las propiedades del despoblado se las quedará Tajueco, incluyendo una talla de Santo Domingo de Guzmán, al engañar a los vecinos de Valderrodilla al medir la distancia con unas sogas (en Tajueco es creencia, por otra parte, que San Roque salvó al vecindario de una plaga un 26 de octubre). Medición similar, aunque sin engaños, se efectuó entre Atauta y Olmillos, siendo la primera la que se quedó con el término de Golván, que se despobló a causa de una plaga de termitas.
Fuencaliente, Fuentearmegil, Las Fraguas y las lagunas
En la torca de Fuencaliente un celoso Almanzor arroja en su interior a su amada Zaida. Otra leyenda señala que los vecinos camuflaron la torca y una tropa francesa, guiada por un paisano, cayó dentro. Creencia popular era que estaba habitada por demonios.
Don Juan Manuel nos relata la historia que Patronio cuenta al Conde Lucanor sobre Nuñez de Fuente Almexir “el Leal” y otros dos caballeros que acompañaron al conde Rodrigo “el Franco” en peregrinación a Jerusalén y le cuidaron allí hasta que murió enfermo. De regreso a su tierra, en una lid en defensa de una dama, queda tuerto. Enterrado el conde en Osma, retorna a su casa de Fuentearmegil y creyendo que se burlan de él por ser tuerto se echa a llorar, entonces su mujer se hiere a propósito en un ojo y queda tuerta.
En Las Fraguas se le aparece la Virgen a un pastorcillo que era manco y le restituye la mano derecha. Ante este milagro acude al lugar la muchedumbre y la Virgen les pide que le construyan un templo. Cada pueblo vecino quería que el templo estuviera en su término, pero la Virgen les decía «¿Y si no dejo…?» una y otra vez, hasta que la imagen se detuvo, revelándoles el lugar en Las Fraguas, donde edificaron la ermita de la Virgen de Inodejo. El pastorcillo fue el primer ermitaño.
Respecto a leyendas de lagunas la más conocida es la de la “Laguna Negra”, de la que se cuenta que no tiene fondo y se une con el mar, rugiendo como él en las tempestades. Machado escribe que en ella se ahogan los dos hijos asesinos de Alvargonzález, a quien habían arrojado a sus aguas. También hay una leyenda referida a la Laguna de Urbión, donde un monstruo con la frente llena de cuernos, uñas de águila, patas de cabra y todo peludo, surge del fondo de la tierra y devora un caballo que estaba bebiendo en dicha laguna.
Garray, Gómara, Gormaz e Hinojosa de la Sierra
En Garray se localiza el falso milagro de San Prudencio. Este santo obispo pide la ayuda al arzobispo de Toledo, que acude a Garray con otros seis obispos, y predican para que los curas dejen su vida libidinosa y la moralidad vuelva a la población. Fracasan en el intento y además son objeto de una burla cuando les venden gatos y perros descuartizados como si fuese carne de vaca, cerco y aves. Cuando San Prudencio bendice los alimentos éstos comienzan a aullar y ladrar (lo que recuerda a la leyenda de la gallina de Santo Domingo de la Calzada). Horrorizados y escandalizados, los prelados maldicen a Garray que será asolada por una plaga de garrapatas.
Gómara y Bécquer van unidos con la leyenda de “La Promesa”. El Conde de Gómara se hace pasar por escudero y seduce a Margarita, a la que promete casamiento cuando vuelva de guerrear por Andalucía y le regala un anillo de compromiso, pero cuando se va a la guerra Margarita se entera de quién es verdaderamente y muere. Una mano misteriosa con un anillo salvará al conde en diversas ocasiones y un día oye a un juglar cantar sobre dicha mano y regresa a Gómara, donde se encuentra la mano de Margarita fuera de la tumba con su anillo, pues nadie puede meterla bajo tierra, en la sepultura. Entonces el conde se casa con ella y la mano desaparece.
En el Gormaz árabe, Cristo se disfraza de mendigo y pide limosna sin éxito alguno, por lo que maldice al pueblo así: «Oh, tú, la inhospitalaria, hoy musulmana Gormaz, 30.000 vecinos tienes, en 30 te quedarás». Otra leyenda cuenta que Elvira, hija del señor de Gormaz, Don Ramiro, ruega a la Virgen del Retamar que proteja a su protegido, Nuño Ramírez, en lucha contra el moro. En las Navas de Tolosa sobresale Nuño y una de sus banderas la postrará a la ermita de dicha Virgen que ha construído Elvira, ermita en la que se casarán.
En Hinojosa de la Sierra el caballero Fortún Pérez salva a su señor y al castillo al sostener ante él que la mesnada que venía a lo lejos eran mora y no cristiana, por lo que salió a campo abierto a presentarles batalla dirigiendo la tropa de su señor.
Maján, Medinaceli y Monteagudo
El “Puchero de la Verdad” es una leyenda de Maján. El alcalde de Almazán pone fin a un pleito de pastos entre Maján y un pueblo vecino y como refrendo del mismo les da un puchero con miel a los de Maján, a quienes les consideraba certeros en su interpretación de un real privilegio de pastos.
Medim y Celim eran los caudillos de dos poblados próximos. Al ser derrotado el segundo, su gente, que residía en Villavieja, pasa a vivir al pueblo del otro caudillo, que pasa a llamarse Medinaceli. Otra leyenda dice que el arzobispo de Toledo llegó a Medinaceli huyendo de la invasión árabe portando consigo la “Mesa de Salomón”, repujada con piedras preciosas. Tarik se apoderará de ella en Medinaceli, donde dice la leyenda que Galib, su caudillo, se hizo amigo del Cid, y en la que quiere la leyenda que fuera enterrado Almanzor tras la derrota legendaria de Calatañazor, barajándose varios enclaves para su sepultura.
De Medinaceli proviene también la leyenda de los “Cuerpos Santos” (Arcadio, Pascasio, Eutiquiano, Probo y Paulino), que son las reliquias de cinco salmantinos martirizados en Africa que son llevadas a esta villa soriana en un carro guiado por bueyes, un camello volador o un toro con velas encendidas, según las versiones. Incluso se asegura que un hueso largo (posiblemente un fósil de elefante) es una reliquia del camello.
Monteagudo de las Vicarías y Rello comparten la leyenda de la condesa peregrina. Don Gonzalo, hijo de los condes de San Esteban de Gormaz, se enamora de Aldonza, hija del alcalde de Rello. Se fija la boda para cuando regrese de Toledo, donde se va a guerrear contra los moros. La hija del alcalde de Atienza, celosa, le prepara una celada para cuando vuelva. Enterada de ello, Aldonza se disfraza de peregrina y sale a advertirle a su amado de esta situación. Para evitar peligros innecesarios, los dos novios optan por dar un rodeo y pasar por Monteagudo, donde son encerrados en sus mazmorras por el alcalde moro, pero al enterarse éste de todo lo sucedido los pone en libertad y hasta les da escolta. Al llegar a Rello se casan y como ofrenda construyen una iglesia dedicada a la Virgen.
En Monteagudo de las Vicarías tienen como patrona a la Virgen de la Bienvenida, encontrada por un labrador al toparse con ella bajo tierra su arado. El labriego al verla dijo: “Bienvenida seáis, Señora”.
Narros, Navaleno, Numancia y Ólvega
Además de la ya citada leyenda de la “Casa del Diablo” y de la aparición de la Virgen a los Siete Infantes de Lara, Narros acoge la leyenda de la Virgen del Almuerzo, cuya imagen fue enterrada en lo alto de un cerro protegiéndola dentro de una campana. Unos pastorcillos la encontrarían guiándose de los toques de dicha campana, que milagrosamente sonó. El lugar donde se encontró se llamó Cerro de la Campana, pero la ermita se construyó cerca del pueblo.
En Navaleno se explica el nombre del pueblo con varias leyendas. Se dice que los monjes de Arlanza crearon una granja en el paraje de “Nava de Heno”, pero también se cuenta que en el paraje de «La Nava» se afincó el «tío Eleno». Navaleno dispone además de dos leyendas carlistas. Una de ellas habla de un intendente carlista que perdió unas alforjas llenas de dinero que fueron encontradas por una criada, si bien se quedó con ellas y su contenido su ama. Otra leyenda menciona unas segundas alforjas con dinero que escondieron unos hacheros cerca de la “Cruz de Piedra” con la idea de recuperar el tesoro en tiempos de paz, alforjas que llevaba un carlista herido de muerte. Por otro lado, hay una conseja hay relativa a la ubicación de un convento templario en el entorno de la llamada “Cruceja”, según el sacerdote Francisco Palacios.
Numancia, situada al lado de Garray, ha sido motivo de leyendas desde su conquista. La más conocida es que ningún ser vivo encontró Escipión al entrar en ella, pues sus moradores prefirieron suicidarse a ser esclavos.
Ólvega ha sido llamada «la segunda Numancia», como lo refleja su escudo, en el que se ve un castillo con tres torres entre llamas. Los olvegueños prendieron fuego a la fortaleza antes que ceder la villa a los Condes de Medinaceli a quienes les había otorgado Olvega el temido Pedro “el Cruel”. Los olvegueños perecieron y sus restos fueron enterrados en la Iglesia de los Mártires. Ólvega tiene también la leyenda de la Virgen de Olmacedo, encontrada en un olmo por dos pastorcillos, Juanico y Pedro, una vez que los monjes cistercienses se llevaran a Fitero a la Virgen de Calatrava, que había sido la patrona de Ólvega, pero ésta, movida por la devoción de los pastorcillos, retornó al pueblo para convertirse en la Virgen de Olmacedo.
Orgullos están los habitantes de Puebla de Eca del sonido de sus campanas, y sobre ellas cuentan que en una ocasión quisieron colocarlas en otro templo más importante de la provincia. Se desmontaron y se cargaron en un carro de bueyes pero los animales se negaron a tirar del carro cuando llegaron a una cuesta abajo, lo que fue considerado como signo celeste del error que estaban cometiendo por lo que se desistió del intento y se retornaron las campanas a su lugar.
En Renieblas cuéntase que en la parte alta del cerro de la atalaya está escondido un pellejo de toro repleto de monedas de oro.
En Romanillos de Medinaceli se cuenta que a finales del siglo XVIII se encontró una cruz en el “Alto de la Vega”, muy próximo al lugar hoy llamado “Alto de la Vera Cruz”, que dió lugar a la edificación de la ermita de la Santa Cruz, donde se rindió culto al Santo Cristo de la Vega.
Salduero, San Esteban de Gormaz y Santa María de Huerta
La fundación de Salduero parte de la visita realizada por San Iñigo, abad de Valvanera, a las fincas que tenía el monasterio en el paraje de Salguero. Llegados al lugar San Iñigo y dos monjes, un águila que porta un gran pez entre sus garras les alivia el hambre. El santo fallece y sus acompañantes entierran sus vísceras junto a la ermita de San Juan y llevan su cuerpo a Valvanera, pero sucederá que todos los animales que allí se acercan morirán, por lo que se entiende que han de ser veneradas las reliquias, de ahí que se construyese la iglesia de San Juan, en torno a la cual se edificaron otras viviendas, conformando Salduero.
San Esteban de Gormaz tiene varias leyendas. La más versionada en la literatura española y extranjera de las leyendas sorianas es la referida a la batalla del Vado de Cascajar. El caballero Fernán Antolínez o Pascual Vivas (depende de la versión) escucha misa y ora en la iglesia del Rivero antes de entrar en combate con el ejército del conde Garcí Fernández contra Almanzor. Absorto en la oración, como San Isidro Labrador, un ángel (Santiago Matamoros, según otros) toma su armadura y monta en su caballo participando por él en la batalla y declinando el combate a favor de los cristianos.
En el siglo X, al quedar sin hombres San Esteban por estar guerreando, la plaza es atacada por los moros y entonces las mujeres sanestebeñas idearon una estratagema haciéndo creer al enemigo que estaba vacía y abandonada la villa, pudiendo así vencerles al cogerles desprevenidos.
Otra leyenda narra la traición de la esposa adultera de Garcí Fernández que se confabula con el moro para entregarle San Esteban ideando primero matar al hijo, pero éste es avisado del complot por un tal Sancho y fracasa por tanto esta condesa traidora. En agradecimiento el conde Sancho García nombra a su salvador, Sancho, y a otros cuatro caballeros su guardia personal, siendo éste el origen de los Monteros de Espinosa.
Desplazándonos al sureste de la provincia, cerca de Santa María de Huerta es conquistado por Don Suero del Valle el castillo de Belimbre, matando con su espada al acalde moro, de cuya hija, Zulima, estaba prendado. Don Suero se casará con Doña Luz y Zulima jura vengarse y lo hará años después asesinando a Doña Luz y raptando al hijo del matrimonio. Cuando Don Suero está a punto de capturarla, Zulima de arroja desde lo alto de una torre y se estrella en las rocas. Desde entonces vaga su fantasma en las noches tormentosas acercándose al río y tratando de lavarse una mancha de sangre de Doña Luz que le cayó en su pie al matarla. Mancha que no se puede limpiar.
Soria ciudad
El libro de Florentino Zamora recoge una veintena de leyendas ubicadas en la ciudad de Soria que trataré de resumir, no sin antes añadir como leyenda a numerosos relatos relacionados con San Saturio.
Hay dos leyendas añadidas recogidas por Clemente Sáenz Ridruejo: San Francisco de Asís, camino de Santiago de Compostela, colocó cinco montoncitos de piedras, extramuros, que delimitarían el futuro monasterio franciscano cuyos moradores rogarían tiempo después para que cesara una sequía, siendo atendidos sus ruegos.
Bécquer escribe que los templarios y los nobles mueren en una confrontación por el coto de caza que tenía el Temple en el “Monte de las Ánimas”, donde se repite la escena con sus esqueletos fantasmales en la noche de todos los difuntos, como pudieron comprobar trágicamente Alonso y Beatriz.
Bécquer también recurre a la margen del Duero que hay entre San Juan de Duero y San Saturio para situar allí la búsqueda noctámbula de Manrique de una misteriosa «Dama Blanca» de la que se haya enamorado, hasta que medio enloquece al comprobar por San Polo, enclave templario, que era un rayo de luna.
Igualmente existe una leyenda templaria, muy poco conocida, referida al cristo que se alza sobre el altar de San Juan de Duero, llamado “Cristo del Olvido” o “Cristo Cillerero”, procedente de San Polo. Los árabes habían encerrado en una cilla o granero a unos prisioneros cristianos que dibujaron en la pared la imagen del crucificado. Este se les apareció a todos en sueños durante la misma noche aconsejándoles tener paciencia y resignación ya que finalmente serían liberados. Al despertar comprobaron que habían tenido el mismo sueño, pero cansados como estaban dijeron que una cosa era predicar y otra dar trigo. Con el tiempo fueron liberados por los cristianos y la cilla se utilizó como granero, pero sucedió que nunca se agotaba el grano por muchos sacos que sacasen. Un día bajaron a la base de la cilla y descubrieron una estatua de un Cristo crucificado, que no era sino un milagro, puesto que era idéntico a la imagen que los prisioneros habían pintado. Y se cuenta que dijo: «¡Cuán olvidado me tenéis, aunque además de predicar os doy trigo!». El Cristo fue trasladado a San Polo.
Las eras de Santa Bárbara son el escenario de varias leyendas de carácter histórico. Se convierten en el «Campo de la Verdad» donde diez caballeros castellanos y otros diez aragoneses-catalanes combaten en duelo para establecer si Soria será o no de Castilla, ganando los castellanos de Alfonso VII. Allí mata a espada un padre a su hijo cobarde que huyó de Aljubarrota y al que le dice que «antes que cobarde, muerto». En este lugar fusilarán los franceses a un niño de 12 años que dió muerte con su cuchillo a un soldado francés, como sucedería también con Pericón, que se enfrentó solo a un escuadrón de coraceros imperiales y cuyo cuerpo pendería de la picota varios días.
La protección que tuvo el niño rey Alfonso VIII por parte de los sorianos es objeto de leyendas, y hay que destacar la relación simbólica e histórica existente entre la rueda de los Doce Linajes y la leyenda de la Tabla Redonda del Rey Arturo.
Los asesinatos también son fuente de leyendas, como acaece con la muerte de Garcilaso de la Vega en el convento franciscano, como le profetizara una bruja en Sierra Morena. Martín de San Clemente será asesinado por orden de Juan de Luna junto a la “Torre de Doña Urraca”, donde quiere la tradición que fuera encerrada la «Mesalina» castellana por mandato de su marido, Alfonso I El Batallador, siendo liberada por dos de sus amantes, Gómez de Candespina y Pedro de Lara. Juan de Luna fue asaeteado luego en el castillo y su cabeza fue clavada en una pica.
Hasta una endemoniada soriana tenemos en las leyendas de la ciudad. Esta se llamaba Catalina que, en el siglo XV, tenía muchos conocimientos por ser muy estudiosa, pero fue orgullosa y desdeñaba a sus pretendientes de malas formas, lo que la hizo merecedora de un castigo divino al permitir que 60 legiones de demonios entrarán en su cuerpo. Tras 11 años nadie logró exorcisarla por completo, hecho que se lograría en el Monasterio de Piedra, no sin antes los demonios intentasen vengarse llevando pinos sorianos por los aires con la pretensión de quemar el monasterio, pero los monjes se dieron cuenta de ello y lo evitaron.
La dama misteriosa de palacio de los Condes de Gómara es, según la leyenda, la propia esposa de Juan Manuel de Salcedo y Beaumont, Conde de Gómara. Éste encontró a su mujer absorta mirando por una ventana de la torre y escuchando las endechas amorosas de un trovador, y para recordarle esta afrenta el conde incorporó la escena a su escudo de armas.
El origen de la ermita de Santa Ana también es legendario. Irene Salcedo ruega a Santa Ana que proteja a su prometido, Gonzalo de Vera, que lucha al lado de Juan II contra aragoneses y navarros. Tres meses después de la marcha, en el día de Santiago, le dicen a ella que Gonzalo ha muerto y entra en estado cataléptico. Gonzalo, sin embargo, llega a Soria al día siguiente, festividad de Santa Ana, cuando la llevan a enterrar. la saca del féretro abrazándola y besándola y ella despierta cual Bella Durmiente. Sus familiares deciden entonces construir en lo alto del cerro soriano más alto una ermita dedicada a Santa Ana.
La Virgen del Espino es encontrada por un pastor de Soria en un espino cerca de Covaleda. La metió en un zurrón y cuando fue a mostrarla a sus vecinos, había desaparecido y vuelto al espino, prodigio que volvió a repetirse otra vez, por lo que se decidió construir allí mismo la ermita. Posteriormente se trajo la imagen a la capital.
La Virgen del Mirón fue encontrada por un labrador. Sus mulas se detuvieron y no se movían de ninguna manera, mientras él oía una voz que le decía «Mira mirón», pero no veía nada. Cuando las autoridades conocieron el caso excavaron en el campo de labranza y encontraron la talla. El labrador cayó en un trance y repetía una y otra vez «Mira mirón. Mira mirón…», de ahí su nombre. La ermita originaria, según una leyenda, fue construira por el rey suevo Teodomiro.
Otra leyenda habla de los amores del Infante Don Juan, hijo de Pedro El Cruel, con la hija del alcalde del castillo de Soria, Beltrán de Heril, llamada Elvira. Una versión dice que ella no escuchaba sus endechas porque amaba a otro, por lo que él moriría de amor y su momia se guardaría en la concatedral. Otra versión refiere que en la noche de San Juan, como era costumbre, Elvira consultó al santo quién sería su marido al modo como lo hacían las doncellas casaderas que era sumergiendo el pie izquierdo en un lebrillo de agua bendita, a las 12 de la noche. Ambos se amaban, pero el rey Juan I de Castilla le instó a hacerse cura o monje o, si se casaba con Elvira, a vivir preso en el castillo de Soria con ella, opción ésta última que adoptó en 1388.
San Lázaro también otorgaba el amor. Saliendo de Soria hacia la Venta de Valcorba se encontraba un pequeño lazareto con capilla o ermita de San Lázaro en cuyo interior había una losa misteriosa en su centro que nadie supo exactamente cual era y que quien la pisara el Domingo de Lázaro (el anterior al Domingo de Ramos) se casaba ese mismo año. Este prodigio lo descubrió un judío con lepra que se curó allí y que hizo su fortuna enviando a las mancebas sorianas a rezar a San Lázaro haciéndolas andar por dentro de la ermita. Cuando murió se encontró el secreto en uno de sus pergaminos.
Con visos de ser algo más que una leyenda, se cuenta que durante la estancia de dos meses y catorce días que estuvo Santa Teresa de Jesús en la fundación del convento de descalzas en la casa palacio de Beatriz de Beaumonte (junio-agosto de 1581), es leyenda que compuso unas letrillas con doce estrofas para que las monjas las cantasen en el día de la Exaltación de la Cruz, el 14 de septiembre. Todavía se guarda en este convento la llamada “Arca de las tres llaves” en la que quiere la tradición que compusiera tales letrillas a modo de pupitre.
San Pedro Manrique y comarca, Santa Cruz de Yanguas, Suellacabras, Tiermes, Trévago y Valdegeña
Una leyenda parecida al ladrillo-losa de San Lázaro existe en Suellacabras referida a la ermita de San Caprasio, que es objeto también de otra tradición legendaria santiaguista. Se afirma que un dragón perseguía a un caballero o al mismo Santiago Apóstol que montaba en un caballo, el cual se alzó de patas y con una de ellas abrió imperiosamente la puerta de la ermita donde se refugiaron del dragón, quedando impresa la herradura en la puerta.
Una huella similar quedó grabada en la roca por el caballo de Santiago al saltar desde lo alto del Cañón del Río Lobos abajo, lugar mágico en el que se cuenta igualmente que allá donde Santiago arrojó su espada desde lo alto se edificó la actual ermita de San Bartolomé, resto que queda del antiguo cenobio templario de San Juan de Otero, en el término de Ucero. Y por cierto que Tomás López, en sus consideraciones geográficas, comenta que hay tradición templaria en Suellacabras.
Cerca de Suellacabras existía el pueblo de Alhama, donde vivía la mora Estrella del Mar que se hizo cristiana y convirtió también a su marido Azub tras casarse.
En Santa Cruz de Yanguas se cree que San Vicente -un mártir valenciano del s.IV- se hallaba orando a los pies de la Virgen de las Escobillas cuando todas las campanas de la ermita y de la iglesia tocaron solas.
En San Pedro Manrique se sigue celebrando el ritual del Paso del Fuego sin que se quemen los sanpedranos ya que les protege la Virgen de las Peñas, según creen. Asimismo es el único pueblo de esa comarca en la que todavía perdura la fiesta de las “Móndidas”, que antaño había también en Sarnago, Acrijos, Villarijos, etc. Cada año cantan unas cuartetas en las que se rememora la conclusión del legendario “Tributo de las Cien Doncellas” en la también mítica leyenda santiaguista de Clavijo, creyéndose que las tres “Móndidas” son la cuota que les correspondía dar cada pueblo.
Tácito narra la muerte del pretor Pisón a manos de los termestinos arévacos cuando fue a cobrar unos tributos. Un joven celtíbero fue detenido y torturado para que revelara el nombre de los culpables. El termestino afirmó que había sido todo el pueblo (como en Fuenteovejuna).
De Tiermes se dice que hay escondido un becerro de oro y en el Mio Cid se cuenta que Alamos- Hércules encerró a una mujer-serpiente, Elpha, en sus túneles. Además se creía que el Niño Jesus durmiente había sido robado por los templarios de Campisabalos y que milagrosamente había retornado a la ermita de la Virgen de Tiermes.
Siguiendo con el Temple encontramos que, en la Sierra del Madero, en las ruinas de San Andrés, termino de Valdegeña, los esqueletos fantasmagóricos de los templarios con sudarios vagan por el entorno en la noche de difuntos portando espadas y espantando a cazadores nocherniegos.
Esta leyenda, como las que siguen referidas a Trévago, fue recogida por Santiago Lázaro. En la prehistoria -comenta éste- una tribu tenía como jefe al «tío Sartén». Para demostrar su fuerza y seguir siendo el caudillo hincó en tierra un gran monolito en la Peña del Mirón muriendo después de la hazaña, por lo que se le enterró al lado.
La hija del alcalde moro del castillo de Trévago y un jefe cristiano condenado en sus mazmorras se enamoran y ella se convierte al cristianismo. Su padre mata a su amado y a ella la mete en la prisión. Liberado el castillo por fuerzas cristianas, la mora es respetada y admirada. Ella se refugiará en una cueva próxima para llevar una vida eremítica alimentándose de manzanos. La Virgen la salvará un día de tormenta y pide que se le edifique un templo. Su imagen quedó grabada en la arena y los habitantes de Trévago la llamarán Nuestra Señora del Manzano.
Valdeavellano, Villaciervos, Vinuesa y Yanguas
El topónimo de Utrilla, según la leyenda, deriva de una vez en que estuvo el Cid buscando soldados para sus mesnadas estando la gente en la trilla, dándoles la opción de irse con él o seguir trillando: “U-Cid, U-Trilla”, les conminó en las eras.
Delia, hija de un rabadán de Valdeavellano de Tera, es raptada por los moros. Delia era muy devota de la Virgen y cuando el jefe moro fue a besarla y abrazarla unas espinillas se le clavaron en el pecho a la muchacha, falleciendo al instante. Con el paso del tiempo, sobre su tumba se construiría la ermita de la Virgen de las Espinillas, lugar de romería de los pastores trashumantes.
En Villaciervos existe una “Cuesta de la Reina” en recuerdo de una familia real que, camino de Soria, iba en un carro que quedó atrapado en el fango y que pudo salir de allí gracias a las mujeres de Villaciervos que tiraron del carro hasta la cima de la cuesta.
En Vinuesa se dice que la Virgen del Pino se encontró en un pino cuyas raíces estaban en Vinuesa y sus ramas caían en terreno de Covaleda. Hubo una pequeña lucha campal entre ambos pueblos para dirimir a quien pertenecía la imagen y las mujeres de Vinuesa, armadas de pinochos, apoyaron a sus maridos e hijos y ganaron la disputa.
Respecto a la «Laguna Negra» hay varias leyendas y consejas. Pío Baroja en El Mayorazgo de Labraz (1903) dice que “es una laguna donde hay una mujer que vive en el fondo y que mata al que se le acerca. Todo el que mira a esa agua muere”. Antonio Machado sitúa en sus aguas y entorno la tragedia de su inventada leyenda de Alvargonzález (1912), por todos conocida, y señala que “no tiene fondo” y que “las gentes de la sierra en aquellos tiempos no osaban acercarse a la laguna ni aún en los días claros”.
Quiliano Blanco, en un artículo de 1968, la vincula a “bellas leyendas de duendecillos alegres y juguetones de las montañas, o de hermosas deidades femeninas que danzaban en los claros del bosque”.
Por su parte, Santiago Escribano recoge, en 1995, la leyenda del “hombre terrible que vive en la cueva de la Laguna y que es guardián fiel del arcón de onzas de oro que tiene depositado en el fondo de la misma y que va dando muerte de las maneras más horripilantes a cuantos se aventuran a llegar al borde del agua, al pensar que van a robarle su tesoro”. Indica que para el vulgo el retumbar de los truenos en el circo que asienta la laguna han sido vistos como “rugidos de fantásticos y terribles animales que viven en su fondo”. Apunta la creencia poular de que esta comunicada con el mar, por lo que tiene sus flujos y reflujos. Igualmente cita la leyenda de “la joven de cabellos negros que vive en su fondo y cuya belleza hace que los hombres se acerquen a su orilla, donde los atrapa y arrastra al fondo” y que aquellos que lograron escapar a tiempo enloquecieron y perdieron el juicio.
Asimismo, en Vinuesa tenemos la leyenda del “Cristo de las Viudas”, sito en una capilla de la parroquia, llamado así porque en una noche tormentosa llegó un hombre a la localidad y buscando refugio para pasar la noche únicamente le abrió las puertas de su casa la viuda de un carpintero que le alojó en el taller de su esposo. A la mañana siguiente no había nadie en el taller, tan sólo la talla de un Cristo que había hecho por la noche aquel huesped tan singular.
En Vozmediano se cree que al pie de la torre caballera del castillo cayó herido un soldado al ser herido por una flecha mientras intentaba ascender por la misma y que allí mismo se le enterró, rodeando su tumba con piedras.
En Yanguas había un Jardín de los almendros en flor en el que una yangüesa, en el siglo XIX, imploró a un jefe de escuadrón que liberase a un joven enemigo que llevaba preso apelando a su sentimiento y diciéndole que su marido estaba en el mismo bando que el jefe de escuadrón en tierras del sur y que tal vez, si cayese preso, una mujer se compadecería y pediría, como ella, el perdón de su vida. El prisionero quedó preso y dedicó una endecha a su salvadora.